Durante el franquismo en Madrid se cantaba una versión sindicalista con la música del "Si me quieres escribir/ya sabes mi paradero", ahí va:
"Los policías de Franco nos quieren intimidar
No se dan cuenta los grises que para eso es tarde ya.
Aunque nos muelan a palos y nos metan prisioneros
Haremos un sindicato independiente y obrero.
Elegido por nosotros ese nuevo sindicato
Hará que bajen los precios y que suban los salarios.
Si me quieres escribir ya sabes mi paradero:
Cárcel de Carabanchel entre estudiantes y obreros.
Carabanchel está llena de obreros de vanguardia
Y en las calles madrileñas ya no se teme a los guardias"
JOAQUIN RODERO
viernes, 1 de mayo de 2020
viernes, 7 de febrero de 2020
Las diputadas en las Cortes de la Segunda República
Solamente nueve mujeres fueron diputadas a Cortes en las tres legislaturas de la Segunda República: dos republicanas (Victoria Kent y Clara Campoamor), cinco socialistas (Margarita Nelken, María Lejárraga, Matilde de la Torre, Veneranda García-Blanco y Julia Álvarez), una agraria (Francisca Bohigas) y una comunista (Dolores Ibárruri).
En el número 70 de POLÍTICA se publicaron unos apuntes biográficos de las dos diputadas republicanas, en el número 71, los de las cinco diputadas socialistas, y en el número 72 los de la diputada agraria y la diputada comunista. Veamoslos.
lunes, 7 de mayo de 2018
Las milicias de Izquierda Republicana en el Ejército de Euskadi
Inmediatamente
después del golpe fascista de julio de 1936 contra el gobierno de la Segunda República,
los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y los sindicatos
de clase organizaron unidades armadas de afiliados y simpatizantes (milicias)
que se dispusieron a la lucha en defensa del gobierno legítimo. Ya hemos
hablado de las milicias de IR en la Zona Centro, trataremos en este trabajo de
las formadas en el Ejército de Euzkadi.
Las milicias
vascas de Izquierda Republicana
El Ejército de Euskadi se formó con batallones de
milicias procedentes de los partidos PNV, ANV, PSOE, PCE, IR y UR, así como de UGT
y CNT. Izquierda Republicana formó varios batallones de milicias, la mayoría
dependientes no directamente del partido sino de las JIR, las Juventudes de
Izquierda Republicana. La organización miliciana de IR se llamó “Milicias de la
Juventud de IR”. En la portada de los primeros números del órgano de expresión
de las JIR vascas, la revista “Creación”,
aparecen los nombres de los batallones de milicianos de IR, batallones que
veremos a continuación.
· Batallón
Azaña-Vizcaya. Tenía el número 7 del
Ejército de Euzkadi. Se formó por los grupos de Milicias de IR que actuaron los
primeros días en la muga entre Álava y Vizcaya, especialmente en Orduña. Aunque
lo formaban en su mayoría bilbaínos y residentes en la margen izquierda del
Nervión, contaba en su cuarta compañía con combatientes procedentes de otras
provincias. También había naturales de Navarra. Por último, los republicanos
contaron con residentes en Santander. El batallón se completó con una banda de
música. El 16 de septiembre partió hacia Orio. En Zarautz se armó de manera
incompleta para entrar en combate, la retirada resultó inevitable por la
superioridad del enemigo. Tras la retira a Vizcaya pasó un periodo de
instrucción. En octubre de 1936 estaba acuartelado en un convento en Elejabarri
en el barrio de Basurto de Bilbao. En noviembre y diciembre participó en la
ofensiva de Villarreal, única ofensiva militar del Gobierno de Euzkadi. A
comienzos de 1937 el batallón combatió en Otxandio y Barazar y, tras el inicio
de la ofensiva de Mola, en Otxandiano, Lezama, Civiarte, Sobrehayas, la vía de
ferrocarril Miranda-Orduña, Sollube, Olagorta, Larrabeztu… En la posición de
Goikolexea, buena parte de la unidad fue cercada, perdiendo hombres entre
muertos y prisioneros. Los supervivientes fueron llevados a Bilbao y después
evacuados a Santander.
La toma de Bilbao el 19 de
junio supuso desmoralización y desaliento en el frente vasco. El Azaña salió
maltratado de Bilbao, el 2 de julio de 1937 estaba en el acuartelamiento de
Solares. Hay una reorganización intensa después de todas las bajas sufridas, el
MAOC se fusiona con el Azaña. Los restos del batallón eran 287 hombres, se
integró en el 2º de las MAOC (o Guipúzcoa) que disponía de 432 hombres. La
unidad pasó a ser el III Batallón de la 3ª brigada de la división Ibarrola contando
el 16 de Julio con 712 hombres. En Santander se batió al oeste de Reinosa, en
La Lomba y Cuesta Labra. Después en Cabezón de La Sal con cuantiosas bajas,
consiguiendo escabullirse a Asturias. En la campaña asturiana, en
septiembre, destacaron en el Mazuco. La primera unidad republicana que
combate en el Mazuco es la
Brigada 156, de la antigua División Vasca de choque,
de la que forma parte los restos del Azaña que están en el Guipúzcoa, junto con
el Larrañaga y el Isaac Puente, donde se había integrado el Zabalbide. Al caer
Asturias una parte huyó y se reintegró en Cataluña, donde la mayor pare se
integraron en Brigadas de Carabineros, hasta el fin de la guerra.
Batallón
Azaña-Guipúzcoa. Tenía el número 20 del Ejército de Euzkadi. Sus primeras actuaciones se dieron en los combates por el control de San
Sebastián pasando después a engrosar las fuerzas que se oponían al avance en
Irún-San Martín. Su cuartel era el Frontón
Moderno del paseo de Atocha en San Sebastián y encuadraban
a 340 milicianos. En septiembre se retiró a Vizcaya, el 15 de septiembre estaba
en Zarauz y el 19 en Cestona, llegando después a Vizcaya donde se reorganizó el
batallón. En octubre de 1936 estaba acuartelado en Escuelas de Solocoetxe (Bilbao). En
diciembre sostuvo algún combate asociado al ataque de Legutiano/Villarreal.
En febrero el Azaña-Guipúzcoa se transformó en Torrijos. Ante la falta de
unanimidad en su adscripción a IR (los batallones eran mixtos ideológicamente a
pesar de su adscripción) se celebró una asamblea en Durango donde la mayoría
decidió adscribirse a las milicias socialistas. Una minoría prefirió seguir
como Azaña-Guipúzcoa pero acabaron desapareciendo y pasaron al Azaña-Vizcaya
por estar éste sin completar. El grupo mayoritario formó UGT
14 Torrijos, en homenaje a Guillermo Torrijos, histórico dirigente
socialista, concejal del Ayuntamiento de San Sebastián.
Batallón Baracaldo/Martínez
Aragón. Tenía el número 28 del Ejército de Euzkadi. En agosto de 1936 se inició la formación de este
batallón, se acabó de organizar como Baracaldo el 21 de
septiembre de 1936. Su cuartel estuvo en las escuelas de Altos Hornos de Vizcaya en Baracaldo. Era
una unidad antifascista sin vinculación política, formada con ugetistas de la
margen izquierda de Bilbao, lo que propiciaría su posyerior vincualación con
las milicias de UGT. Aunque es innegable su origen vizcaíno e incluso
baracaldés, tuvo encuadrados casi un centenar de guipuzcoanos, que se fueron
encuadrando durante la estancia en el frente eibarrés. La mayoría de San
Sebastián y Éibar. También debieron contar con medio centenar de burgaleses,
pero residentes en Vizcaya. Después del duro combate de Peña Lemona se le
incorporaron un centenar de movilizados.
En septiembre de 1936 marchó al frente de
Marquina donde combatió en el Monte
San Miguel y en los Intxortas, regresando después a
Barkaldo. Al constituirse el Gobierno Vasco, en octubre, fue enviado a Lekeitio
y luego al monte Kalamua en el frente de Marquina. El 19 de
octubre llegaba destinado a Éibar donde cubrió las posiciones de la
carretera de Malzaga y monte Illordo que se alza al
norte de la ciudad de Éibar, donde estuvo hasta el mes de enero en que pasó de
nuevo a reorganizarse. En ese tiempo destacan los combates de diciembre en
Malzaga con el enemigo que venía de Arrasate, tras la batalla de Villarreal. A mediados de enero queda bajo el control de las
milicias socialistas de la UGT.
Batallón
Zabalbide. Tenía el número 31 del
Ejército de Euzkadi. El nombre le viene dado por la calle de Bilbao en la que
se formó. En Octubre de 1936 estaba acuartelado en Escuelas de Begoña (Bilbao)
y tenía unos 600 hombres. En octubre de 1936 los montes alrededor de Elgeta
configuraron uno de los frentes de batalla entre las provincias de Guipúzcoa y
Bizkaia. Los milicianos de Zabalbide lucharon en los duros combates de estos
montes desde comienzos de octubre. Este frente se estabilizó hasta abril de
1937, tiempo en que se aprovecho para mejorar las posiciones hasta entonces
trincheras simples, muros y los propios caseríos de la zona. En
noviembre-diciembre participó activamente en la batalla de Villarreal.
Seguidamente el batallón se estableció en el Palacio Uribe de Elorrio, donde se
juntará con el Azaña que anteriormente ocupaba la iglesia parroquial de
Elorrio.
En 1937, en mayo el
Zabalbide, que se encuadraba en la 17ª Brigada, a la que también pertenecía
otro batallón republicano, el Azaña, estuvo reforzando el frente de Amorebieta.
Allí participó en los combates del pinar de la muerte (cota 333) en Echano
sufriendo numerosas bajas. La caída de Bilbao comenzó entre el 7 y el 11 de
junio, cuando el ejército rebelde inició la ruptura del Cinturón de Hierro
defensivo de Bilbao. El 9 de junio el
Zabalbide estaba todavía destacado en la zona de la cuota 100 de Fika, en
Montañazarreta,
Tras la caída de
Bilbao, el Zabalbide se trasladó a Santander, a donde llegó con solo 322
hombres. Se fusionó en julio con los también diezmados del Isaac Puente y se
quedaron adscritos a Iº Bon, de la IIIª Brigada de la 50 División vasca, en la
zona de Reinosa. Tras la caída de Santander, el Zabalbide es junto al Larrañaga y el Isaac Puente uno
de los batallones que continúan combatiendo en el Norte hasta el final de la
guerra. En agosto combatió en el Portillo de Suano, pasó a Asturias en
septiembre y octubre, destacando en los combates del Mazuco, puerto que se
convirtió en el centro de esta batalla de la defensa de Asturias. El 17 de
octubre no existía ya en Asturias una línea de frente propiamente dicha;
unidades aisladas cubrían posiciones, mientras otras se replegaban hacia Gijón
y Avilés intentando buscar una salida por mar. Los combatientes vascos,
asturianos y santanderinos que consiguieron evacuar Asturias por mar y alcanzar
Francia, pasaron inmediatamente a la zona republicana para continuar la lucha y
la mayoría se integraron en el Cuerpo de Carabineros del Ejército Popular.
Batallón
Capitán Casero. Tenía el número 52 del
Ejército de Euzkadi. El batallón Capitán Casero recibió
este nombre en recuerdo de un capitán republicano. Inicia su formación en diciembre de 1936, al mes siguiente ya
estaba compuesto por 523 milicianos que permanecieron sin armamento hasta el
mes siguiente. Su cuartel general fue la
escuela de Múgica en
las Siete Calles. En el batallón había bilbaínos y residentes en la zona fabril
que eran la mayoría, aunque en su cuarta compañía hubo un importante número de
guipuzcoanos y de navarros huidos de Alsasua y Olazagutia. Parte de sus
componentes procedían del extinguido Azaña-Guipúzcoa de que era heredero
directo cuando en febrero el Azaña-Guipúzcoa se transformó en Torrijos. Contaba
también con unos 60 cenetistas.
Tras su formación salió hacia el tranquilo
frente de Arceniega-Respaldiza, posición en la que siguió al comienzo de la
ofensiva de Mola, en abril de 1937. Pasó al frente de Bizkagi, donde
mantuvo intensos combates, así como en la defensa de Bilbao por Archanda, hasta
su evacuación por Castrejana hacia Santander. Tras la caída de Bilbao fue
traslado primero a Asturias y luego regresó a la provincia de Santander, donde
combatió hasta que el 26 de agosto el enemigo entró en Santander capital donde,
ante la imposibilidad de retirada, se rindieron.
Batallón
Mixto de Ingenieros Manuel Andrés. Tenía
el número 1 de Ingenieros del Ejército de Euzkadi La
unidad fue organizada desde Izquierda Republicana de San Sebastián en homenaje
al periodista donostiarra Manuel
Andrés Casaus, miembro de IR asesinado
el 10 de septiembre de 1934, en Donostia. La misión principal de los batallones de ingenieros vascos
fue fortificar los frentes,
y preparar nuevas líneas defensivas en la retaguardia construyendo refugios
donde puedan guarecerse las milicias, construyendo trincheras e instalando
alambradas. Estas misiones las realizaron en ocasiones bajo fuego enemigo,
incluido el acoso de la aviación. Realizaron una labor encomiable en los curso
trabajos de fortificación y zapa que quedan oscurecidas por el relieve de los
combates en primera línea. En su labor de fortificación destacaron
fundamentalmente en la construcción del Cinturón de Hierro defensivo de Bilbao. El Manuel Andrés participó en
diferentes frentes durante la campaña vasca, actuando, por ejemplo, durante los
combates de Artxanda y en el repliegue hacia Santander, en cuya campaña final, agosto del 37, la unidad desapareció
junto al grueso de los Cuerpos de Ejército de Euzkadi y santanderino.
Batallón de
Ingenieros García Hernández. Tenía
el número 3 de Ingenieros del Ejército de Euzkadi. Su nombre es en honor del
alavés García Hernández
uno de los dirigentes de la sublevación de Jaca en diciembre de 1930, junto con
Fermín Galán. Se comenzó a formar el a finales de 1936 cuando se
comprendió la importancia de fortificar, para ello se hizo un llamamiento a
alistarse a obreros del ramo de la construcción y aquellos que con conocimientos
técnicos (contratistas, albañiles, carpinteros, peones de construcción) entre
27 y 45 años. Su cuartel
estaba en las escuelas
de Zorroza. En marzo de 1937 se encuentra en el sector que
Defendía Vizcaya desde el Frente de Álava en Ubidea. Al iniciarse la ofensiva
franquista del general Mola sobre Vizcaya salió a fortificar del frente del
Gorbea. A finales de abril estaban acuartelados en Castillo Elejabeitia realizando
trabajos de fortificación. En mayo pasa del Gorbea a la zona del cinturón de
defensa por Larrabezua antes del ataque franquista, donde fue sorprendido
fortificando en Larrabetzu. Después se retiró hacia las Encartaciones. En
Santander quedó como unidad de zapadores afecta a la segunda división vasca.
Batallón de
Ingenieros Pi y Margall. Este batallón
tenía el número 9 de Ingenieros del Ejército de Euzkadi. Su nombre es en
honor del presidente de la primera República. Se comenzó a formar el primer
trimestre de 1937 y acabó acogiendo a los voluntarios que eran más
necesarios para estas labores técnicas y menos capacitadas para el combate. Se
organizó en los momentos finales del frente vasco, en la primavera de 1937,
cuando el acoso fascista tras la ofensiva de Mola era casi insoportable y
exigía un esfuerzo hasta el límite. Los republicanos organizaron varios
batallones de ingenieros para el Ejército vaco y este fue el más tardío. Se
puede comprobar por los números de sus chapas que vienen a ser de las últimas.
Por ello gran parte de sus milicianos eran mayores o demasiado jóvenes para el
combate. Tuvieron cuartel en Baracaldo y también en Sestao. Participó en la
fortificación de diversas zonas antes de la ofensiva sobre Bilbao. Con la toma
de Bilbao el batallón se sumó al repliegue al occidente de Vizcaya. En
Santander parte de sus hombres pasan a unidades de combate integrándose en la
5ª Brigada. Fueron finalmente capturados en Santander.
Batallón
Ramón Bengaray. A finales de
1936, en diciembre, se intenta desde Izquierda Republicana crear el batallón
Ramón Bengaray, con el que se quiere rendir homenaje a la memoria del benemérito republicano de Pamplona
asesinado villanamente por los facciosos que no han podido perdonar la
indomable actividad de nuestro indomable correligionario… Oficinas
en Campo Volantín 8, primero. Al parecer se intenta realizar con los
refugiados guipuzcoanos y navarros de Izquierda Republicana. En 4 días se
habían reunido 500 hombres bajo el nombre del luchador navarro. También
intentaron que los movilizados de las quintas de 1930, 1931, 1936, 1937 pueden
inscribirse en este batallón.
Grupos de
milicianos de IR. Además de los
batallones reseñados, se formaron varios grupos de milicianos con gentes de
Izquierda Republicana en otras unidades, como El Grupo de Pasaje Ancho/ Pasaia con 43 milicianos, el Grupo Pablo Sanz de IR de Tolosa que encuadraba a 45 hombres, e
igualmente en Ordizia, Legazpia, Beasain, Alegia…. Los milicianos de IR eran la
mayoría de la Primera Compañía Roja de Alza, que se
integró en el Batallón Karl Liebknecht. Y los miembros de IR en la Marina Auxiliar.
martes, 7 de noviembre de 2017
Las milicias de Izquierda Republicana y la 75 Brigada Mixta
Inmediatamente
después del golpe fascista de julio de 1936 contra el gobierno de la Segunda
República, los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y los
sindicatos de clase organizaron unidades armadas de afiliados y simpatizantes
(milicias) que se dispusieron a la lucha en defensa del gobierno legítimo.
Combatieron coordinadas por la Comandancia General de Milicias hasta que el
Gobierno decidió su integración en el Ejército Popular.
Las
milicias
Las
milicias surgen como respuesta al levantamiento militar contra el Frente
Popular, como el “ejército del pueblo”. Organizadas por partidos y sindicatos,
estaban formadas por individuos dispuestos a defender sus ideales frente a los
rebeldes. Mandadas por militares leales o por destacados dirigentes de sus
respectivas organizaciones, son cruciales en un principio como fuerzas
combatientes, hasta que a finales de 1936 el Gobierno presidido por Largo
Caballero decide la creación del Ejército Popular. El miliciano es “un hombre
del pueblo en armas” defendiendo las conquistas sociales de la República.
La milicia más conocida y también la más
prestigiosa fue el Quinto Regimiento, que terminó siendo la base del Ejército
Popular de la República. Su origen está en las Milicias Antifascistas Obreras y
Campesinas (MAOC) organizadas en 1933 en Madrid por el Partido Comunista como
respuesta a las agresiones falangistas. Ilegales en un principio, la primera
actuación legal de las MAOC fue en la manifestación del 1º de Mayo de 1936,
junto a las milicias socialistas, como servicio de orden. El Quinto Regimiento
tenía unos 20.000 milicianos en noviembre de 1936 y aunque de mayoría comunista,
en él combatieron republicanos y socialistas y fueron determinantes en la
defensa de Madrid. Junto al Quinto estaban las milicias del resto de
organizaciones leales, como las confederales (CNT) y las socialistas. Y las
Milicias de Izquierda Republicana.
Las milicias
de Izquierda Republicana en el frente de Madrid
En Madrid, Izquierda
Republicana hizo un llamamiento a la ciudadanía en general, y en especial a la
clase media progresista, a comerciantes y
a intelectuales republicanos para que se uniesen a las milicias de IR,
del mismo modo que los partidos obreros y los sindicatos de clase hacían
similar llamamiento a la clase trabajadora.
Con los
voluntarios que se unieron al llamamiento de Izquierda Republicana y de las JIR
(Juventudes de Izquierda Republicana) se formaron varios Batallones de
milicianos: el “Azaña”, el “Marcelino Domingo”, el “José Giral”, el “Madrid” y
el “Campesinos de Tiétar”, éste último formado mayoritariamente por voluntarios
de esta zona abulense.
Todos los
combatientes de las Milicias de Izquierda Republicana eran conocidos como los
“Balas Rojas”, y éste era su himno:
que vas entusiasta a luchar.
¡Salud! y que traigas triunfante
honor y alegría a tu hogar.
Con el fascio y sus traidores
terminar es tu deber,
¡salud!, y que tengas suerte,
¡salud!, y que puedas volver.
Miliciano “Bala Roja”
que a defender vas
con ardor un ideal,
Miliciano “Bala Roja”,
es tu deber vencer a tu rival.
Lo reclama la patria en que naciste,
el honor, la igualdad y la libertad.
Miliciano “Bala Roja”, antes morir
que consentir la indignidad.
El Batallón
Azaña fue destinado en principio a cubrir un importante sector en la Sierra
madrileña, siendo trasladado en octubre de 1936 al frente del Tajo, llegando el
día 20 a Illescas y entablando combate con el enemigo, replegándose
posteriormente hacia Torrejón de Velasco, resistiendo valientemente el empuje
faccioso, siendo relevado de primera línea en noviembre por el Batallón Marcelino
Domingo. Casi sin descanso, con el enemigo a las puertas de Madrid, el Batallón
Azaña fue destinado a la Casa de Campo, donde detuvo valientemente a las tropas
de Franco.
Después de una
intensa preparación, el Batallón Marcelino Domingo tuvo su primera acción de
armas a principios de noviembre en el subsector de Pinto-Parla-Fuenlabrada del
frente madrileño, donde relevó al Azaña. La superioridad enemiga obligó a los
Balas Rojas a replegarse al barrio de Usera, zona en la que las milicias
madrileñas pararon el avance del ejército invasor. Tras un corto descanso, el
Batallón Marcelino Domingo fue destinado al sector de Aravaca y más tarde al
Puente de los Franceses. La intensidad de los combates en los que había luchado
dio un balance grande de bajas, lo que obligó al Alto Mando a unificar este
batallón con el Campesinos del Tiétar, que ya se había curtido en el frente de
Ávila.
El Batallón José
Giral defendió desde septiembre el sector de Somosierra, al norte de Madrid.
Era fundamental que los rebeldes no tomasen el río Lozoya, que suministraba (y
suministra) agua a la capital, y en su defensa desde julio se hallaba en el
pueblo de Biutrago una columna de milicianos al mando de Francisco Galán. A esta
columna se unió nuestro batallón, que se destacó en la defensa del pueblo de
Gascones, a la orilla del Lozoya. El pantano de Lozoya, junto a Buitrago,
estuvo en manos de la República hasta el final de la guerra, impidiendo que la
capital muriese de sed. Fue aquí, en Buitrago, donde perdió su mano Rosario “la
dinamitera”.
El Batallón
Madrid debe su nombre al lugar al que fueron destinados los milicianos que lo
formaron, la defensa de la capital en el otoño de 1936. Brihuega, El Pardo, Las
Barrancas, Valdemorillo, Colmenarejo… fueron testigos de sus hechos de armas.
El Batallón
Campesinos del Tiétar se formó con milicianos de diversos pueblos del valle del
Tiétar: Santa Cruz, San Esteban, Cuevas del Valle, Mombeltrán y Poyales del
Hoyo. Estos milicianos actuaron en forma de guerrilla en el frente de Ávila, en
Priedrahita y Puerto Pico. La pérdida para la República de las tierras
abulenses hizo que esta unidad fuese trasladada al frente de Madrid, en el
sector de Pozuelo-Aravaca, donde será unificada, como ya hemos señalado, con el
Batallón Marcelino Domingo.
En enero de
1937, las milicias de Izquierda Republicana fueron encuadradas en la 6ª
División del recientemente creado Ejército Popular de la República, División que
se ocupaba de la defensa de Madrid a lo largo del río Manzanares, desde el
Puente de los Franceses hasta Villaverde Bajo.
Las Brigadas
Mixtas
En el otoño de
1936, el Gobierno Largo Caballero decidió que para ganar la guerra se
necesitaba un ejército regular, con disciplina y mando único. Para ello, entre
septiembre y octubre se decretó la militarización de las milicias y la
movilización de las quintas de 1932 a 1935, así como la creación de la Escuela
Popular de Guerra para la formación de nuevos oficiales, que podrían acceder a
la escala profesional del Ejército. También se estableció el saludo obligatorio
(puño derecho cerrado a la altura de la sien), lo que ocasionó no pocas
reticencias, fundamentalmente en las milicias confederales. Con estas medidas,
la guerra dejaba de ser sólo cosa de los voluntarios milicianos sino que se
implicaba a todo el Ejército, con subordinación al código militar. A finales de
octubre, una orden disponía que quedaban suprimidas las comandancias militares
de las milicias y los regimientos que sostenían los diferentes partidos, lo que
suponía la desaparición legal de estas milicias.
La organización
fundamental del nuevo Ejército Popular fueron las Brigadas Mixtas. La Brigada
Mixta (BM) se concibió como una unidad autónoma compuesta por batallones de
Infantería apoyados por las otras Armas (Caballería, Artillería, Morteros,
Zapadores, Transmisiones, Intendencia, Sanidad). En noviembre, la plantilla de
la Brigada Mixta se fijó en cuatro batallones de infantería de cinco compañías
(cuatro de fusileros y una de ametralladoras) y una compañía de reserva, un
pelotón de morteros, un pelotón de caballería, una batería de artillería con
tres cañones, y unidades de municionamiento, transmisiones, zapadores,
intendencia y sanidad. En total, unos 4.000 hombres por BM.
Las ocho
primeras brigadas, de la 1 a la 6 más dos internacionales, creadas el 18 de octubre,
pudieron partir para los frentes el 3 de noviembre. La última Brigada Mixta fue
la 246, formada en Calella de la Costa (Barcelona) a finales de 1938.
La 75 Brigada Mixta (BM) es la continuación de las Milicias de Izquierda Republicana que desde el periodo julio-octubre de 1936 venían operando en el frente de Madrid, y nació del desdoblamiento en febrero de 1937 de la 6ª División. Se formó con los batallones antes descritos a los que se unió el antiguo batallón Pedro Rubio, batallón organizado en agosto de 1936 por los diputados socialistas de Badajoz y compuesto casi exclusivamente por extremeños. Para el mando de la Brigada fue designado el comandante de Infantería Manuel Melero Blanco que, en julio de 1936, era capitán en el Regimiento Wad-Ras nº 1 en Madrid. El primer comisario político fue Eleuterio Dorado Lanza, sustituido en junio de 1937 por José de la Vega Ruiz. Luego lo fue Alfonso Reyes Senén, de Izquierda Republicana.
En lugar de los
cuatro habituales, la 75 BM tenía cinco batallones, que eran:
Primer Batallón
(núm. 297), “Azaña”;
Segundo Batallón
(núm. 298), “Marcelino Domingo”/”Campesinos del Tiétar”;
Tercer Batallón
(núm. 299), “José Giral”;
Cuarto Batallón
(núm. 300), antiguo “Pedro Rubio”;
El portavoz de la
75 BM era la revista ‘Balas rojas’, editada en el primer batallón y cuyo primer
número salió el 20 de febrero de 1937. Conocemos 29 números publicados, 20 en
1937, 7 en 1938 y 2 en 1939. Los datos históricos de los batallones de la 75 BM
están tomados de los números 5, 6, 7, 8 y 9 de ‘Balas rojas’. Los otros
batallones de la Brigada tenían pequeñas publicaciones propias, los boletines ‘Independencia’,
‘Avanzada’, ‘Victoria’ y ‘Pasaremos’.
Como hemos
señalado, la 75 Brigada Mixta se formó en Madrid y participó activamente en su
defensa, principalmente en el sector de la Casa de Campo. En marzo de 1937 se
desplazó a Andújar (Jaén) para participar en el asedio al santuario de Santa
María de la Cabeza, regresando seguidamente a Madrid donde intervino, del 10 al
14 de abril, en un ataque al Cerro Garabitas, en la Casa de Campo, replegándose
el 16 de abril a la Punta del Abejal. Durante el resto de 1937 y primer
semestre de 1938, la 75 BM combatió en los distintos frentes madrileños en
defensa de la capital. Mientras tanto, Melero, ascendido a jefe de la 6ª
División en abril, cedió su puesto al comandante de Ingenieros Antonio Máximo
Ludeña, que al inicio de la guerra era teniente retirado en Alicante. En
diciembre fue relevado por el mayor de milicias Carlos Velillo Tardío, con
González Obarro como jefe de Estado Mayor.
En junio de 1938
la Brigada estaba en Marchamalo (Guadalajara), desde donde marchó al frente
levantino después de la caída de Castellón, concentrándose en Vall d’Uixó (al
sureste de esta provincia) dedicándose
inicialmente a trabajos de fortificación formando parte de la 15 División. A
primeros de julio entra en combate en el castillo de Villavieja, donde es muy
batida por las tropas franquistas, quedando prácticamente deshecho uno de sus
batallones. Al estabilizarse el frente pasa a depender de la 49 División,
quedando en línea en la zona de Villavieja a Vall d’Uixó, donde todavía se
encontraba a finales de año. En 1939 permanece combatiendo en la misma zona,
hasta el levantamiento casadista.
Al parecer, el 7
de marzo de 1939 la 75 BM o parte de ella se hallaba de guarnición en Cartagena
cuando tuvo lugar el levantamiento de la Base Naval tras la sublevación del
coronel Casado. Con el avance a de las tropas franquistas hacia Levante tras la
caída de Madrid, la 75 Brigada Mixta simplemente se disolvió.
jueves, 2 de noviembre de 2017
Azaña y Cataluña
Ya antes de la llegada de la
República Manuel Azaña era un defensor a ultranza de la realidad nacional
catalana. Este sentimiento se manifestaría en diversas ocasiones, tal vez la
más importante fuese la defensa del Estatuto de Cataluña que hizo en las Cortes
Constituyentes en 1932.
En 1930, Manuel Azaña decía en Barcelona:
“Siempre había admirado a Cataluña, desde lejos o en cortas estancias
en Barcelona, su civismo fervoroso, su viva sensibilidad para la cosa pública,
su cohesión nacional. Cualidades todas que, animadas por el irrevocable
propósito de alcanzar la plenitud de la vida colectiva y por el amor a vuestra
tierra (…) han producido el gran renacimiento catalán, cuya culminación está en
vuestra propia cultura y en esta maravillosa ciudad vuestra.”
Así comenzó Manuel Azaña (en ese momento presidente del
Ateneo de Madrid) su discurso en la sobremesa de una comida que el 27 de marzo
de 1930 un grupo de intelectuales catalanes ofrecieron a una delegación de
intelectuales madrileños al final de una visita de varios días a Barcelona para
intercambiar opiniones y experiencias sobre la situación de Cataluña. Manuel
Azaña expresaba así su admiración por Cataluña.
Seguía diciendo Azaña:
“Tenía yo, o creía tener, la comprensión del catalanismo. Me habéis
dado algo más fecundo: la emoción del catalanismo. ¿Cómo percibir la
diferencia? Está claro: antes comprendía el catalanismo. Ahora, además de
comprenderlo, siento el catalanismo”.
Un poco más delante de su discurso, Azaña expone su visión
de la relación de Cataluña con España:
“Yo concibo, pues, a España con una Cataluña gobernada por las
instituciones que quiera darse mediante la manifestación libre de su propia
voluntad. Unión libre de iguales con el mismo rango, para así vivir en paz. (…)
Y he de deciros también que si algún día dominara en Cataluña otra voluntad y
resolviera ella remar sola en su navío, sería justo el permitirlo y nuestro
deber consistiría en dejaros en paz, con el menor perjuicio posible para unos y
otros, y desearos buena suerte…”
Seguidamente, Azaña señala que la solución de los problemas
que Cataluña tiene con España está en la República, en la caída de la
monarquía. Azaña finaliza su discurso con estas palabras:
“En resumen: queremos la libertad catalana y la española. El medio es
la revolución; el objetivo, la República (…) Si estamos de acuerdo en todo esto
bien podemos esperar que nuestra visita a Barcelona será inolvidable.”
Como vemos, en marzo 1930 Azaña era un ferviente defensor del sentir catalán y de la necesidad de que este sentimiento diferenciador se plasmase en un autogobierno catalán dentro de una España republicana.
En agosto de 1930 se celebró en San Sebastián una reunión
promovida por Acción Republicana (partido que presidía Azaña) a la que
asistieron representantes de casi todos los partidos republicanos, quienes
firmaron el llamado “Pacto de San Sebastián” (más adelante suscrito también por
PSOE y UGT), con el que se establecía una estrategia para derrocar a la
monarquía de Alfonso XIII y proclamar la República. En este pacto se mencionaba
el hecho diferencial catalán, con la aceptación de la presentación a las
futuras Cortes republicanas de un estatuto redactado libremente por Cataluña
para regular las relaciones de Cataluña con el Estado español, acuerdo que se
hacía extensivo a todas aquellas regiones que sintiesen la necesidad de
autonomía.
Ya en el Gobierno, después de la proclamación de la
República y antes y después de la aprobación de la Constitución de 1931, Azaña
será uno de los mayores defensores de la autonomía de Cataluña y de su Estatuto,
como lo prueba la defensa que del mismo hizo en sus intervenciones que como
Presidente del Gobierno pronunció ante las Cortes Constituyentes el 22 de octubre
de 1931 en una respuesta a Miguel Maura y el 27 de mayo de 1932 en defensa de
la aprobación del Estatuto.
Los debates sobre el Estatuto (llamado Estatuto de Nuria por ser en esa localidad donde se redactó) y las
enmiendas que al mismo se presentaron ocasionaron grandes enfrentamientos:
mientras los partidos republicanos, los socialistas y los nacionalistas eran
partidarios del Estatuto, los partidos de derecha estaban radicalmente en
contra, así como parte de los intelectuales de la época. Y fue la perseverancia
de Manuel Azaña la que sacó adelante la autonomía catalana.
En su intervención parlamentaria del citado 27 de mayo de
1932, después de un análisis de la situación de los debates durante los meses
anteriores, Azaña decía:
“Por primera vez en el Parlamento español se plantea en toda
su amplitud, en toda su profundidad, el problema de las aspiraciones
autonomistas regionales españolas, no por incidencia de un debate político, no
por choque de un partido con otro partido, no por consecuencia o reparación de
un cambio ministerial (…), sino delante de un proyecto legislativo, delante de
un texto parlamentario, que aspira, ni más ni menos, que a resolver el problema
político que está ante nosotros.”
“Cataluña no es el extranjero; hay que tener presente que el
temor, el pánico casi, ante una posible desaparición de la lengua castellana en
las regiones autónomas no tiene fundamento alguno; y no lo tiene, en primer
lugar, porque la competencia lingüística en el territorio español no puede
estar sometida en su victoria o en su derrota al régimen político; eso sería un
desatino…”
“Señores diputados, con este sentimiento de colaboración, con
este sentimiento de unidad profunda e interior de todos los españoles, es con
el que yo invito al Parlamento y a los partidos republicanos a que se sumen a
esta obra política [la autonomía de Cataluña], que es una obra de pacificación, que es
una obra de buen gobierno.”
Aprobado finalmente el Estatuto de Cataluña el 8 de
septiembre de ese año, es evidente que sin el apoyo de Azaña el resultado no
habría sido el mismo.
El 15 de septiembre se firmó el Estatuto en San
Sebastián, en un acto presidido por el Presidente de la República, Alcalá
Zamora. Días más tarde, Azaña visitó Barcelona, donde se mostró eufórico:
"El hecho que celebramos no
es un hecho catalán, sino un hecho español, y más diré: un hecho de la historia
universal, y es probable que sea la República española, con sus soluciones
autonomistas, la que en adelante señale los caminos a seguir a otros pueblos
europeos en situación más o menos semejante a la nuestra."
Una vez aprobado el Estatuto se formó un gobierno
provisional de la Generalitat presidido por Francesc Macià, que convocó elecciones para elegir al
Parlamento catalán para el 20 de noviembre. Las elecciones dieron la mayoría absoluta al partido de
Macià (ERC), que obtuvo 57 de los 85 escaños de la cámara catalana. Como
consecuencia de las elecciones, el parlamento eligió el 13 de diciembre a Lluís Companys, de ERC, como Presidente del
Parlamento de Cataluña, y el 14 de diciembre eligió a Macià, como Presidente de la Generalidad de Cataluña.
En 1934, a raíz de la revolución de Octubre y el intento
de proclamar la República Catalana, el gobierno Lerroux-CEDA suspendería el
Estatuto, que sería restablecido en 1936 con Manuel Azaña como Presidente del
Gobierno tras el triunfo electoral del Frente Popular, siendo Llius Companys el
nuevo Presidente de la Generalitat.
_________
NOTA: Este artículo ha sido publicado en el número 68 (oct-dic 2017) de la revista POLÍTICA, órgano de información de Izquierda Republicana.
viernes, 29 de septiembre de 2017
La solución es la República Federal
http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/solucion-es-republica-federal_1191562.html
El artículo anterior ha sido publicado hoy, 29 de septiembre, en DIARIO DE LEÓN en el enlace de más arriba y que reproducimos a continuación.
El artículo anterior ha sido publicado hoy, 29 de septiembre, en DIARIO DE LEÓN en el enlace de más arriba y que reproducimos a continuación.
Izquierda
Republicana considera que después del 1 de octubre la única solución política y
territorial para España y Cataluña será la República Federal
La Comisión Ejecutiva Federal de
Izquierda Republicana, ante la convocatoria del referéndum en Cataluña el
próximo 1 de Octubre y ante las medidas represivas tomadas por el gobierno de
Mariano Rajoy para impedir su celebración quiere manifestar lo siguiente:
1.- Rechazamos la actitud del Partido Popular que está suponiendo
la aplicación de facto del artículo 155 de la Constitución española, de un
estado de excepción no reconocido, a través de la represión y el autoritarismo.
Rechazamos las detenciones de cargos intermedios de la Generalitat de Cataluña
y la imputación y citación judicial de casi 1.000 cargos públicos, la mayoría
de ellos alcaldes, que no son responsables de decisiones políticas de la
Generalitat. Estas detenciones e imputaciones suponen un ataque intolerable a
la democracia. No será con la policía y la guardia civil como se resolverá el
problema de Cataluña, sino con más diálogo y pacto entre administraciones del
estado, y con un referéndum pactado entre ellas, referéndum al que tiene
derecho el pueblo de Cataluña.
Condenamos esta represión, que solo echa más gasolina al fuego, y
que sin duda alguna ya, incrementará la participación de ciudadanos catalanes
en las urnas el próximo 1-O. Si la policía y la guardia civil impidieran la
colocación de urnas el próximo 1-O, sin duda se producirá una movilización
popular muy potente en Cataluña, que tendrá sin duda mucha legitimidad.
2.- El conflicto político planteado en Cataluña, sin duda
histórico, pero incrementado en los últimos años hasta convertirse en un
auténtico choque de trenes, no se solucionará ni con la represión policial ni
con una declaración unilateral de independencia sin base legal. Este conflicto,
agravado sin duda por la falta de diálogo de las partes, continuará el 2-O y
solo se resolverá con otro gobierno en España y otro gobierno en Cataluña, que
hagan del diálogo y la negociación el proceder adecuado para establecer una
salida política a la situación creada. IR considera que es necesario el acuerdo
de un referéndum pactado que de satisfacción a una mayoría muy amplia de la
sociedad catalana que quiere ejercer el derecho a decidir.
Apostamos por ese referéndum necesario, con garantías y acordado
entre las partes, ante el conflicto generado entre la burguesía catalana y la
derecha españolista y corrupta de Rajoy. IR pide más democracia y esto es
resolver el conflicto con más diálogo político. No es aplicando el código penal
ante una amplia reivindicación social, no es mediante la detención de cargos
públicos o la prohibición de reuniones y consultas, no es sitiando a las sedes
de partidos políticos, y no es con una intolerable escalada represiva como se
va a resolver el problema planteado.
El conflicto planteado se ha convertido en un conflicto de
legalidad, exhibida por el PP para justificar su autoritarismo, frente a la
legitimidad que han ganado los miles y miles de catalanes en las calles
exigiendo un referéndum. Siempre que esto ha pasado en la historia las salidas
han sido problemáticas y difíciles, y es por ello por lo que el día 2-O habrá
que hablar de diálogo y de proyectos de país, pero seguro que ni el PdeCat ni
el PP estarán legitimados para ello.
3.- La actitud en los últimos meses del Govern de la Generalitat
tampoco ha sido la adecuada. El referéndum carece de las garantías democráticas
y de participación necesarias para serlo, y la pregunta ignora cualquier otra
posibilidad de relación entre Cataluña y España que no sea "independencia
sí, o no", ignorando así a una parte importante de la sociedad
catalana.
Los partidarios en Cataluña de su relación con España articulándose en un estado federal, como nosotros, han sido ignorados por el Govern. La ley de transitoriedad (conocida como de desconexión) no tiene base legal desde ningún punto de vista jurídico, ningún contenido social, y señala que su hoja de ruta vendrá marcada por una Unión Europea neoliberal que nosotros rechazamos.
Los partidarios en Cataluña de su relación con España articulándose en un estado federal, como nosotros, han sido ignorados por el Govern. La ley de transitoriedad (conocida como de desconexión) no tiene base legal desde ningún punto de vista jurídico, ningún contenido social, y señala que su hoja de ruta vendrá marcada por una Unión Europea neoliberal que nosotros rechazamos.
4.- Izquierda Republicana, de acuerdo con Izquierda Unida en la
que estamos integrados, defendemos que la única solución al problema
territorial y competencial de Cataluña es un Estado Federal y Solidario, una
República Federal a la que llegar a través de la apertura de un nuevo proceso
constituyente que termine con el modelo político del 78 y de satisfacción a las
necesidades y derechos de cada pueblo que conforma España.
La salida a los problemas no está, como defienden el PSOE y el PP,
en reformas constitucionales que maquillen o alarguen la agonía de un régimen
monárquico, neoliberal, bipartidista y corrupto que no da más de sí, sino en
dotarnos de una Constitución Republicana que sitúe en su centro a los derechos
humanos de los ciudadanos y no ninguna otra cosa. Una nueva Constitución que
reconozca la plurinacionalidad del estado español donde Cataluña encuentre su
encaje, seguramente con ese marco, y con el desarrollo de un nuevo estatut, muy
parecido al que Rajoy recurrió al Tribunal Constitucional, y que dio origen a
los conflictos que existen ahora entre Cataluña y España.
5.- En Izquierda Republicana creemos profundamente en la
participación directa en los asuntos públicos por parte de la ciudadanía, como
única soberana del estado, por ello hay que preguntar al pueblo como se quiere
organizar. La vieja Constitución de 1978 es hoy papel mojado, y no puede ser el
obstáculo al entendimiento. El pueblo de Cataluña quiere decidir sobre su
futuro, pero decimos más, el pueblo español tiene que decidir también sobre su
futuro, la larga transición, antes mitificada, ha tocado fondo, estamos ya en
el siglo XXI y queremos decidir por fin entre monarquía o República.
Izquierda Republicana entiende que en las actuales circunstancias,
dado el estado de excepción de facto que el gobierno de Rajoy ha impuesto a
Cataluña, será muy difícil la celebración de un referéndum el 1-O. Pero
entendemos que dicha consulta será útil y supondrá una movilización popular que
ayude a la reivindicación del derecho a decidir.
Como federalistas, reconocemos el derecho de autodeterminación y
la necesidad de solventar el conflicto con un referéndum con garantías que
decida sobre una Cataluña integrada en España (en un marco federal) o incluso
independiente. Nosotros la queremos unida a nosotros, junto a España, en un
marco de reconocimiento jurídico y político que debe pactarse no solo con
Cataluña, sino con el resto de pueblos del estado español, abriendo el debate
del modelo de estado, de forma seria y rigurosa. Ni los que quieren imponer la
independencia saltándose las leyes ni los que quieren imponer la España
unitaria a base de policía y guardia civil podrán impedir que el día 2-O se
abra este debate, porque la voluntad democrática de los pueblos no puede ni
ignorarse ni impedirse.
Joaquín Rodero. Secretario General
de Izquierda Republicana de Castilla y León (IRCyL)
lunes, 25 de julio de 2016
La Guerra Civil en León
La Guerra Civil en León ( Diario de León - 25/07/2016 )
El artículo de la entrada anterior ha sido publicado hoy en Diario de León, en el enlace de arriba.
El artículo de la entrada anterior ha sido publicado hoy en Diario de León, en el enlace de arriba.
sábado, 16 de julio de 2016
El comienzo de la guerra civil en León
En estos
días se cumplen 80 años del comienzo del alzamiento rebelde contra
la Segunda República. Es bien conocido que en 1936, las fuerzas
reaccionarias, no conformes con el triunfo del Frente Popular en las
elecciones del 16 de febrero, propiciaron el levantamiento contra el
gobierno de la República, consiguiendo que parte del ejército se
alzase en Melilla la tarde del 17 de julio y los días posteriores lo
intentaran hacer en el resto del país. Como este golpe de estado no
triunfó más que una parte de España, los rebeldes comenzaron lo
que después fue la guerra civil.
En
León, la rebelión contra el gobierno legítimo comenzó el 20 de
julio. El 19 habían llegado a la ciudad mineros asturianos, unos
2.000, pidiendo amas. El gobernador militar, general Carlos Bosch,
les entregó 200 fusiles en no muy buenas condiciones y 4
ametralladoras, a condición de que abandonasen la ciudad. A las dos
de la tarde del día siguiente, el lunes 20, una vez los mineros
estuvieron lejos de León camino de Madrid, el general Bosch se
sublevó. Los sindicatos declararon la huelga general; con un calor
aplastante y con escasas armas, los trabajadores lucharon tenazmente
contra las tropas del general Boch, pero finalmente fueron
derrotados. En el Gobierno Civil fueron detenidas las principales
autoridades civiles: Emilio Francés, gobernador civil; Félix
Sampedro, presidente del Frente Popular; Ramón Armesto, presidente
de la Diputación; Miguel Castaño, alcalde de León… quienes
serían juzgados en noviembre y fusilados poco después. En
Ponferrada estaban parte de los mineros que habían salido de Oviedo,
mineros que fueron masacrados el día 21 en la plaza del mercado por
tropas rebeldes procedentes de Lugo. Todos los leoneses que pudieron
escapar de la represión se fueron hacia la zona que había
permanecido leal al gobierno republicano, Asturias y el norte
montañoso de la provincia leonesa, organizando desde allí la lucha
contra los rebeldes.
La
provincia de León quedó dividida en dos zonas, manteniéndose leal
a la República la parte norte y montañosa, en una línea que
partiendo de la confluencia de las provincias de Asturias, Lugo y
León, en el puerto de Leitariegos, seguiría hacia el este,
incluyendo parte de Laciana y Babia, pasando seguidamente a menos de
30 Km. de León capital, con La Pola de Gordón en la zona leal y La
Robla en la rebelde, y continuando al este hacia Guardo, en Palencia,
por el norte de Boñar, Puebla de Lillo y Riaño. En agosto,
Villablino y el puerto de Leitariegos caerían en manos rebeldes.
En
la zona leonesa fiel a la República, el 26 de agosto se creó en
Busdongo el comité provincial de Milicias Antifascistas Leonesas, y
en septiembre el Frente Popular de León, con sede en Villamanín,
localidad de la montaña leonesa casi en el límite con Asturias.
Tras constituirse el Consejo Interprovincial de Asturias y León se
formó un cuerpo de ejército con varias comandancias en León; la
más importante fue la de La Pola de Gordón. Villamanín era la
capital republicana de León y ahí residía el gobernador civil,
Alfredo Nistal, mientras que en La Pola de Gordón estaba el estado
mayor del grueso de las fuerzas republicanas leonesas. Hasta aquí la
historia del comienzo de la guerra civil en León, historia más o
menos sabida.
Lo
que es bastante menos sabido es que en la zona republicana de León
se editó un ‘boletín de guerra’ que informaba de cómo iba la
lucha y que también servía como ‘gaceta’ o ‘boletín oficial’
ya que publicaba las disposiciones de los distintos Comités creados
y de las Comandancias militares. Se denominó “Boletín de Guerra
del Frente Popular” y se imprimía en Busdongo, en la imprenta
‘Audelita’. En Asturias existía otro boletín con idéntico
título pero distinto al leonés, sólo para Asturias.
Estos
boletines nos los encontramos casi por casualidad en una de nuestras
visitas al Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Del Boletín de
Guerra del Frente Popular leonés encontramos los primeros 17 números
(no sabemos si se editaron más), del 29 de agosto al 30 de
septiembre de 1936. Salía cada dos días, sin precio, tenía cuatro
páginas y su contenido era bastante variopinto: noticias del frente
(básicamente del de Pola), partes de guerra, disposiciones sobre
abastos, llamamientos antifascistas, avisos de reuniones de los
comités locales o de los sindicatos, noticias de frentes lejanos,
poemas (como el de Rafael Alberti titulado ‘Atención
Radio Sevilla’),
artículos de concienciación política para combatientes y no
combatientes, la composición del nuevo gobierno presidido por Largo
Caballero, donativos para los heridos, etc, etc. Hasta los
recorridos, horarios y precios de las líneas regulares de autobús
de la provincia y del ferrocarril entre La Pola de Gordón y Gijón.
Se
conocen otros boletines informativos republicanos editados durante la
guerra civil. Pero la gran mayoría están editados o por un partido
político o por una unidad militar, mientras que el Boletín de
Guerra del Frente Popular de León está editado por el conjunto de
organizaciones leonesas que formaban el Frente Popular, es decir, por
los representantes de todos los que combatían contra el alzamiento
rebelde. Con pocos medios y con una difícil distribución, este
boletín sirvió para mantener vivo en la montaña leonesa el
espíritu de lucha por la libertad. Que su existencia no caiga en el
olvido, como tampoco han de caer en el olvido las miles de víctimas
del franquismo.
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domingo, 6 de marzo de 2016
80 años del Frente Popular
(Artículo publicado en Diario de León el 13 de febrero de 2016)
En este mes de febrero se cumplen 80 años de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, la coalición de izquierdas que gobernó España desde febrero de 1936 hasta el final de la Guerra Civil. El programa con el que se presentó el Frente Popular al electorado no era en nada revolucionario, ni siquiera marxista, era un programa simplemente de izquierdas, de recuperación de los avances conseguidos con los gobiernos republicano-socialistas de 1931-33, avances que habían sido cercenados por los gobiernos radical-cedistas del bienio negro tras su triunfo electoral en noviembre de 1933. El Frente Popular incidía sobre todo en reparar las atrocidades cometidas por las derechas en relación a la Revolución de Octubre de 1934.
La derrota de las izquierdas en 1933 se debió, en buena medida, a que en esas elecciones fueron separadas. Por eso, en 1935 se comenzó a forjar la unidad de acción de las izquierdas cara a las siguientes elecciones. Mítines multitudinarios de Manuel Azaña, conversaciones y negociaciones entre los republicanos y las organizaciones obreras y, finalmente, la aceptación por parte del Komintern de que los partidos comunistas colaborasen con las clases medias progresistas dieron lugar al Frente Popular, una coalición electoral con un programa de mínimos que, aunque no recogía las aspiraciones políticas de los partidos obreros, sentaba las bases para la colaboración.El Frente Popular lo formaron Izquierda Republicana (IR), Unión Republicana (UR), Partido Socialista (PSOE), Juventudes Socialistas, el sindicato UGT, Partido Comunista (PCE), POUM y Partido Sindicalista, y estaba abierto a la incorporación de otras organizaciones republicanas u obreras. La coalición electoral señalaba que, en caso de triunfo, el gobierno lo formarían «los partidos republicanos de izquierda con el apoyo de las fuerzas obreras» (sic).
El programa electoral era comedido: Amnistía para los delitos políticos o sociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933, reposición en sus puestos de los funcionarios sancionados, medidas para la readmisión de los obreros despedidos, reparación del posible daño causado a las familias de las víctimas, no a la nacionalización de la tierra (que era lo que pedían las organizaciones obreras) pero sí una progresiva reforma agraria, protección a la industria subordinada al interés general y fomento de obras públicas, mejorar las condiciones de bancos y cajas de ahorro, y restablecimiento de la Generalitat.
La campaña electoral fue tan intensa como se esperaba, con algunos enfrentamientos violentos entre militantes de derecha y de izquierda. El Frente Popular basó su intensa propaganda en la crítica al bienio negro y en la amnistía para los 30.000 presos de Octubre. Los mítines de las izquierdas fueron multitudinarios, y tuvieron como protagonistas principales a Azaña y a Largo Caballero y sus respectivas visiones del futuro inmediato. Aunque Azaña hablaba de reformas democráticas y Largo Caballero de metas revolucionarias, el recuerdo de la represión de la Revolución de Octubre y la perspectiva de una amnistía mantuvo unida a la izquierda, hasta el punto que la anarquista CNT, si bien no pidió directamente el voto para el Frente Popular, en lugar de pregonar la abstención dejó a sus afiliados y simpatizantes la libertad de votar o no.
El domingo 16 de febrero se formaron largas colas de hombres y mujeres a las puertas de los colegios electorales, a la espera de depositar su voto. Una espectacular afluencia, votó el 68,5% del censo. El recuento confirmó el triunfo del Frente Popular con un 52,4% de los votos contra un 41,9% para las derechas y un exiguo 5,5% para los partidos de centro. El reparto final de escaños quedó así: Frente Popular, 285 diputados; Derecha, 166 diputados; Centro, 13 diputados; PNV, 9 diputados.
La izquierda triunfó en las ciudades y áreas industriales, mientras la derecha lo hizo en las zonas agrarias. Tras conocerse estos resultados, en Madrid comenzaron los movimientos para preparar un golpe de estado. En diversos sectores derechistas se pedía la simple anulación de las elecciones. Antes los insistentes rumores de posible sublevación, el presidente Alcalá Zamora urgió a Azaña a que formase Gobierno lo antes posible. Azaña formó un gobierno netamente republicano (aún antes de que se reuniesen las nuevas Cortes).
El 7 de abril, Alcalá Zamora fue depuesto como Presidente de la República, convocándose elecciones para compromisarios que eligieron el 10 de mayo a Manuel Azaña, asumiendo Santiago Casares Quiroga la presidencia del Gobierno, puesto en el que estaba cuando se inició el alzamiento rebelde que desembocó en la guerra civil.
No fue la política presuntamente revolucionaria del Frente Popular lo que trajo la Guerra Civil sino la inquina de la derecha vaticanista y antidemocrática. El gobierno Frente Popular no fue revolucionario hasta que el golpe militar de julio de 1936 y la Guerra Civil que siguió propiciaron la entrada en el mismo de socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, que intentaron llevar adelante un programa mucho más avanzado de lo que había sido el Frente Popular en su gestación.
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En este mes de febrero se cumplen 80 años de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, la coalición de izquierdas que gobernó España desde febrero de 1936 hasta el final de la Guerra Civil. El programa con el que se presentó el Frente Popular al electorado no era en nada revolucionario, ni siquiera marxista, era un programa simplemente de izquierdas, de recuperación de los avances conseguidos con los gobiernos republicano-socialistas de 1931-33, avances que habían sido cercenados por los gobiernos radical-cedistas del bienio negro tras su triunfo electoral en noviembre de 1933. El Frente Popular incidía sobre todo en reparar las atrocidades cometidas por las derechas en relación a la Revolución de Octubre de 1934.
La derrota de las izquierdas en 1933 se debió, en buena medida, a que en esas elecciones fueron separadas. Por eso, en 1935 se comenzó a forjar la unidad de acción de las izquierdas cara a las siguientes elecciones. Mítines multitudinarios de Manuel Azaña, conversaciones y negociaciones entre los republicanos y las organizaciones obreras y, finalmente, la aceptación por parte del Komintern de que los partidos comunistas colaborasen con las clases medias progresistas dieron lugar al Frente Popular, una coalición electoral con un programa de mínimos que, aunque no recogía las aspiraciones políticas de los partidos obreros, sentaba las bases para la colaboración.El Frente Popular lo formaron Izquierda Republicana (IR), Unión Republicana (UR), Partido Socialista (PSOE), Juventudes Socialistas, el sindicato UGT, Partido Comunista (PCE), POUM y Partido Sindicalista, y estaba abierto a la incorporación de otras organizaciones republicanas u obreras. La coalición electoral señalaba que, en caso de triunfo, el gobierno lo formarían «los partidos republicanos de izquierda con el apoyo de las fuerzas obreras» (sic).
El programa electoral era comedido: Amnistía para los delitos políticos o sociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933, reposición en sus puestos de los funcionarios sancionados, medidas para la readmisión de los obreros despedidos, reparación del posible daño causado a las familias de las víctimas, no a la nacionalización de la tierra (que era lo que pedían las organizaciones obreras) pero sí una progresiva reforma agraria, protección a la industria subordinada al interés general y fomento de obras públicas, mejorar las condiciones de bancos y cajas de ahorro, y restablecimiento de la Generalitat.
La campaña electoral fue tan intensa como se esperaba, con algunos enfrentamientos violentos entre militantes de derecha y de izquierda. El Frente Popular basó su intensa propaganda en la crítica al bienio negro y en la amnistía para los 30.000 presos de Octubre. Los mítines de las izquierdas fueron multitudinarios, y tuvieron como protagonistas principales a Azaña y a Largo Caballero y sus respectivas visiones del futuro inmediato. Aunque Azaña hablaba de reformas democráticas y Largo Caballero de metas revolucionarias, el recuerdo de la represión de la Revolución de Octubre y la perspectiva de una amnistía mantuvo unida a la izquierda, hasta el punto que la anarquista CNT, si bien no pidió directamente el voto para el Frente Popular, en lugar de pregonar la abstención dejó a sus afiliados y simpatizantes la libertad de votar o no.
El domingo 16 de febrero se formaron largas colas de hombres y mujeres a las puertas de los colegios electorales, a la espera de depositar su voto. Una espectacular afluencia, votó el 68,5% del censo. El recuento confirmó el triunfo del Frente Popular con un 52,4% de los votos contra un 41,9% para las derechas y un exiguo 5,5% para los partidos de centro. El reparto final de escaños quedó así: Frente Popular, 285 diputados; Derecha, 166 diputados; Centro, 13 diputados; PNV, 9 diputados.
La izquierda triunfó en las ciudades y áreas industriales, mientras la derecha lo hizo en las zonas agrarias. Tras conocerse estos resultados, en Madrid comenzaron los movimientos para preparar un golpe de estado. En diversos sectores derechistas se pedía la simple anulación de las elecciones. Antes los insistentes rumores de posible sublevación, el presidente Alcalá Zamora urgió a Azaña a que formase Gobierno lo antes posible. Azaña formó un gobierno netamente republicano (aún antes de que se reuniesen las nuevas Cortes).
El 7 de abril, Alcalá Zamora fue depuesto como Presidente de la República, convocándose elecciones para compromisarios que eligieron el 10 de mayo a Manuel Azaña, asumiendo Santiago Casares Quiroga la presidencia del Gobierno, puesto en el que estaba cuando se inició el alzamiento rebelde que desembocó en la guerra civil.
No fue la política presuntamente revolucionaria del Frente Popular lo que trajo la Guerra Civil sino la inquina de la derecha vaticanista y antidemocrática. El gobierno Frente Popular no fue revolucionario hasta que el golpe militar de julio de 1936 y la Guerra Civil que siguió propiciaron la entrada en el mismo de socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, que intentaron llevar adelante un programa mucho más avanzado de lo que había sido el Frente Popular en su gestación.
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viernes, 1 de enero de 2016
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