domingo, 6 de marzo de 2016

80 años del Frente Popular

(Artículo publicado en Diario de León el 13 de febrero de 2016)

En este mes de febrero se cumplen 80 años de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, la coalición de izquierdas que gobernó España desde febrero de 1936 hasta el final de la Guerra Civil. El programa con el que se presentó el Frente Popular al electorado no era en nada revolucionario, ni siquiera marxista, era un programa simplemente de izquierdas, de recuperación de los avances conseguidos con los gobiernos republicano-socialistas de 1931-33, avances que habían sido cercenados por los gobiernos radical-cedistas del bienio negro tras su triunfo electoral en noviembre de 1933. El Frente Popular incidía sobre todo en reparar las atrocidades cometidas por las derechas en relación a la Revolución de Octubre de 1934.
La derrota de las izquierdas en 1933 se debió, en buena medida, a que en esas elecciones fueron separadas. Por eso, en 1935 se comenzó a forjar la unidad de acción de las izquierdas cara a las siguientes elecciones. Mítines multitudinarios de Manuel Azaña, conversaciones y negociaciones entre los republicanos y las organizaciones obreras y, finalmente, la aceptación por parte del Komintern de que los partidos comunistas colaborasen con las clases medias progresistas dieron lugar al Frente Popular, una coalición electoral con un programa de mínimos que, aunque no recogía las aspiraciones políticas de los partidos obreros, sentaba las bases para la colaboración.El Frente Popular lo formaron Izquierda Republicana (IR), Unión Republicana (UR), Partido Socialista (PSOE), Juventudes Socialistas, el sindicato UGT, Partido Comunista (PCE), POUM y Partido Sindicalista, y estaba abierto a la incorporación de otras organizaciones republicanas u obreras. La coalición electoral señalaba que, en caso de triunfo, el gobierno lo formarían «los partidos republicanos de izquierda con el apoyo de las fuerzas obreras» (sic).
El programa electoral era comedido: Amnistía para los delitos políticos o sociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933, reposición en sus puestos de los funcionarios sancionados, medidas para la readmisión de los obreros despedidos, reparación del posible daño causado a las familias de las víctimas, no a la nacionalización de la tierra (que era lo que pedían las organizaciones obreras) pero sí una progresiva reforma agraria, protección a la industria subordinada al interés general y fomento de obras públicas, mejorar las condiciones de bancos y cajas de ahorro, y restablecimiento de la Generalitat.
La campaña electoral fue tan intensa como se esperaba, con algunos enfrentamientos violentos entre militantes de derecha y de izquierda. El Frente Popular basó su intensa propaganda en la crítica al bienio negro y en la amnistía para los 30.000 presos de Octubre. Los mítines de las izquierdas fueron multitudinarios, y tuvieron como protagonistas principales a Azaña y a Largo Caballero y sus respectivas visiones del futuro inmediato. Aunque Azaña hablaba de reformas democráticas y Largo Caballero de metas revolucionarias, el recuerdo de la represión de la Revolución de Octubre y la perspectiva de una amnistía mantuvo unida a la izquierda, hasta el punto que la anarquista CNT, si bien no pidió directamente el voto para el Frente Popular, en lugar de pregonar la abstención dejó a sus afiliados y simpatizantes la libertad de votar o no.
El domingo 16 de febrero se formaron largas colas de hombres y mujeres a las puertas de los colegios electorales, a la espera de depositar su voto. Una espectacular afluencia, votó el 68,5% del censo. El recuento confirmó el triunfo del Frente Popular con un 52,4% de los votos contra un 41,9% para las derechas y un exiguo 5,5% para los partidos de centro. El reparto final de escaños quedó así: Frente Popular, 285 diputados; Derecha, 166 diputados; Centro, 13 diputados; PNV, 9 diputados.
La izquierda triunfó en las ciudades y áreas industriales, mientras la derecha lo hizo en las zonas agrarias. Tras conocerse estos resultados, en Madrid comenzaron los movimientos para preparar un golpe de estado. En diversos sectores derechistas se pedía la simple anulación de las elecciones. Antes los insistentes rumores de posible sublevación, el presidente Alcalá Zamora urgió a Azaña a que formase Gobierno lo antes posible. Azaña formó un gobierno netamente republicano (aún antes de que se reuniesen las nuevas Cortes).
El 7 de abril, Alcalá Zamora fue depuesto como Presidente de la República, convocándose elecciones para compromisarios que eligieron el 10 de mayo a Manuel Azaña, asumiendo Santiago Casares Quiroga la presidencia del Gobierno, puesto en el que estaba cuando se inició el alzamiento rebelde que desembocó en la guerra civil.
No fue la política presuntamente revolucionaria del Frente Popular lo que trajo la Guerra Civil sino la inquina de la derecha vaticanista y antidemocrática. El gobierno Frente Popular no fue revolucionario hasta que el golpe militar de julio de 1936 y la Guerra Civil que siguió propiciaron la entrada en el mismo de socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, que intentaron llevar adelante un programa mucho más avanzado de lo que había sido el Frente Popular en su gestación.
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