La Guerra Civil en León ( Diario de León - 25/07/2016 )
El artículo de la entrada anterior ha sido publicado hoy en Diario de León, en el enlace de arriba.
lunes, 25 de julio de 2016
sábado, 16 de julio de 2016
El comienzo de la guerra civil en León
En estos
días se cumplen 80 años del comienzo del alzamiento rebelde contra
la Segunda República. Es bien conocido que en 1936, las fuerzas
reaccionarias, no conformes con el triunfo del Frente Popular en las
elecciones del 16 de febrero, propiciaron el levantamiento contra el
gobierno de la República, consiguiendo que parte del ejército se
alzase en Melilla la tarde del 17 de julio y los días posteriores lo
intentaran hacer en el resto del país. Como este golpe de estado no
triunfó más que una parte de España, los rebeldes comenzaron lo
que después fue la guerra civil.
En
León, la rebelión contra el gobierno legítimo comenzó el 20 de
julio. El 19 habían llegado a la ciudad mineros asturianos, unos
2.000, pidiendo amas. El gobernador militar, general Carlos Bosch,
les entregó 200 fusiles en no muy buenas condiciones y 4
ametralladoras, a condición de que abandonasen la ciudad. A las dos
de la tarde del día siguiente, el lunes 20, una vez los mineros
estuvieron lejos de León camino de Madrid, el general Bosch se
sublevó. Los sindicatos declararon la huelga general; con un calor
aplastante y con escasas armas, los trabajadores lucharon tenazmente
contra las tropas del general Boch, pero finalmente fueron
derrotados. En el Gobierno Civil fueron detenidas las principales
autoridades civiles: Emilio Francés, gobernador civil; Félix
Sampedro, presidente del Frente Popular; Ramón Armesto, presidente
de la Diputación; Miguel Castaño, alcalde de León… quienes
serían juzgados en noviembre y fusilados poco después. En
Ponferrada estaban parte de los mineros que habían salido de Oviedo,
mineros que fueron masacrados el día 21 en la plaza del mercado por
tropas rebeldes procedentes de Lugo. Todos los leoneses que pudieron
escapar de la represión se fueron hacia la zona que había
permanecido leal al gobierno republicano, Asturias y el norte
montañoso de la provincia leonesa, organizando desde allí la lucha
contra los rebeldes.
La
provincia de León quedó dividida en dos zonas, manteniéndose leal
a la República la parte norte y montañosa, en una línea que
partiendo de la confluencia de las provincias de Asturias, Lugo y
León, en el puerto de Leitariegos, seguiría hacia el este,
incluyendo parte de Laciana y Babia, pasando seguidamente a menos de
30 Km. de León capital, con La Pola de Gordón en la zona leal y La
Robla en la rebelde, y continuando al este hacia Guardo, en Palencia,
por el norte de Boñar, Puebla de Lillo y Riaño. En agosto,
Villablino y el puerto de Leitariegos caerían en manos rebeldes.
En
la zona leonesa fiel a la República, el 26 de agosto se creó en
Busdongo el comité provincial de Milicias Antifascistas Leonesas, y
en septiembre el Frente Popular de León, con sede en Villamanín,
localidad de la montaña leonesa casi en el límite con Asturias.
Tras constituirse el Consejo Interprovincial de Asturias y León se
formó un cuerpo de ejército con varias comandancias en León; la
más importante fue la de La Pola de Gordón. Villamanín era la
capital republicana de León y ahí residía el gobernador civil,
Alfredo Nistal, mientras que en La Pola de Gordón estaba el estado
mayor del grueso de las fuerzas republicanas leonesas. Hasta aquí la
historia del comienzo de la guerra civil en León, historia más o
menos sabida.
Lo
que es bastante menos sabido es que en la zona republicana de León
se editó un ‘boletín de guerra’ que informaba de cómo iba la
lucha y que también servía como ‘gaceta’ o ‘boletín oficial’
ya que publicaba las disposiciones de los distintos Comités creados
y de las Comandancias militares. Se denominó “Boletín de Guerra
del Frente Popular” y se imprimía en Busdongo, en la imprenta
‘Audelita’. En Asturias existía otro boletín con idéntico
título pero distinto al leonés, sólo para Asturias.
Estos
boletines nos los encontramos casi por casualidad en una de nuestras
visitas al Archivo de la Guerra Civil de Salamanca. Del Boletín de
Guerra del Frente Popular leonés encontramos los primeros 17 números
(no sabemos si se editaron más), del 29 de agosto al 30 de
septiembre de 1936. Salía cada dos días, sin precio, tenía cuatro
páginas y su contenido era bastante variopinto: noticias del frente
(básicamente del de Pola), partes de guerra, disposiciones sobre
abastos, llamamientos antifascistas, avisos de reuniones de los
comités locales o de los sindicatos, noticias de frentes lejanos,
poemas (como el de Rafael Alberti titulado ‘Atención
Radio Sevilla’),
artículos de concienciación política para combatientes y no
combatientes, la composición del nuevo gobierno presidido por Largo
Caballero, donativos para los heridos, etc, etc. Hasta los
recorridos, horarios y precios de las líneas regulares de autobús
de la provincia y del ferrocarril entre La Pola de Gordón y Gijón.
Se
conocen otros boletines informativos republicanos editados durante la
guerra civil. Pero la gran mayoría están editados o por un partido
político o por una unidad militar, mientras que el Boletín de
Guerra del Frente Popular de León está editado por el conjunto de
organizaciones leonesas que formaban el Frente Popular, es decir, por
los representantes de todos los que combatían contra el alzamiento
rebelde. Con pocos medios y con una difícil distribución, este
boletín sirvió para mantener vivo en la montaña leonesa el
espíritu de lucha por la libertad. Que su existencia no caiga en el
olvido, como tampoco han de caer en el olvido las miles de víctimas
del franquismo.
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domingo, 6 de marzo de 2016
80 años del Frente Popular
(Artículo publicado en Diario de León el 13 de febrero de 2016)
En este mes de febrero se cumplen 80 años de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, la coalición de izquierdas que gobernó España desde febrero de 1936 hasta el final de la Guerra Civil. El programa con el que se presentó el Frente Popular al electorado no era en nada revolucionario, ni siquiera marxista, era un programa simplemente de izquierdas, de recuperación de los avances conseguidos con los gobiernos republicano-socialistas de 1931-33, avances que habían sido cercenados por los gobiernos radical-cedistas del bienio negro tras su triunfo electoral en noviembre de 1933. El Frente Popular incidía sobre todo en reparar las atrocidades cometidas por las derechas en relación a la Revolución de Octubre de 1934.
La derrota de las izquierdas en 1933 se debió, en buena medida, a que en esas elecciones fueron separadas. Por eso, en 1935 se comenzó a forjar la unidad de acción de las izquierdas cara a las siguientes elecciones. Mítines multitudinarios de Manuel Azaña, conversaciones y negociaciones entre los republicanos y las organizaciones obreras y, finalmente, la aceptación por parte del Komintern de que los partidos comunistas colaborasen con las clases medias progresistas dieron lugar al Frente Popular, una coalición electoral con un programa de mínimos que, aunque no recogía las aspiraciones políticas de los partidos obreros, sentaba las bases para la colaboración.El Frente Popular lo formaron Izquierda Republicana (IR), Unión Republicana (UR), Partido Socialista (PSOE), Juventudes Socialistas, el sindicato UGT, Partido Comunista (PCE), POUM y Partido Sindicalista, y estaba abierto a la incorporación de otras organizaciones republicanas u obreras. La coalición electoral señalaba que, en caso de triunfo, el gobierno lo formarían «los partidos republicanos de izquierda con el apoyo de las fuerzas obreras» (sic).
El programa electoral era comedido: Amnistía para los delitos políticos o sociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933, reposición en sus puestos de los funcionarios sancionados, medidas para la readmisión de los obreros despedidos, reparación del posible daño causado a las familias de las víctimas, no a la nacionalización de la tierra (que era lo que pedían las organizaciones obreras) pero sí una progresiva reforma agraria, protección a la industria subordinada al interés general y fomento de obras públicas, mejorar las condiciones de bancos y cajas de ahorro, y restablecimiento de la Generalitat.
La campaña electoral fue tan intensa como se esperaba, con algunos enfrentamientos violentos entre militantes de derecha y de izquierda. El Frente Popular basó su intensa propaganda en la crítica al bienio negro y en la amnistía para los 30.000 presos de Octubre. Los mítines de las izquierdas fueron multitudinarios, y tuvieron como protagonistas principales a Azaña y a Largo Caballero y sus respectivas visiones del futuro inmediato. Aunque Azaña hablaba de reformas democráticas y Largo Caballero de metas revolucionarias, el recuerdo de la represión de la Revolución de Octubre y la perspectiva de una amnistía mantuvo unida a la izquierda, hasta el punto que la anarquista CNT, si bien no pidió directamente el voto para el Frente Popular, en lugar de pregonar la abstención dejó a sus afiliados y simpatizantes la libertad de votar o no.
El domingo 16 de febrero se formaron largas colas de hombres y mujeres a las puertas de los colegios electorales, a la espera de depositar su voto. Una espectacular afluencia, votó el 68,5% del censo. El recuento confirmó el triunfo del Frente Popular con un 52,4% de los votos contra un 41,9% para las derechas y un exiguo 5,5% para los partidos de centro. El reparto final de escaños quedó así: Frente Popular, 285 diputados; Derecha, 166 diputados; Centro, 13 diputados; PNV, 9 diputados.
La izquierda triunfó en las ciudades y áreas industriales, mientras la derecha lo hizo en las zonas agrarias. Tras conocerse estos resultados, en Madrid comenzaron los movimientos para preparar un golpe de estado. En diversos sectores derechistas se pedía la simple anulación de las elecciones. Antes los insistentes rumores de posible sublevación, el presidente Alcalá Zamora urgió a Azaña a que formase Gobierno lo antes posible. Azaña formó un gobierno netamente republicano (aún antes de que se reuniesen las nuevas Cortes).
El 7 de abril, Alcalá Zamora fue depuesto como Presidente de la República, convocándose elecciones para compromisarios que eligieron el 10 de mayo a Manuel Azaña, asumiendo Santiago Casares Quiroga la presidencia del Gobierno, puesto en el que estaba cuando se inició el alzamiento rebelde que desembocó en la guerra civil.
No fue la política presuntamente revolucionaria del Frente Popular lo que trajo la Guerra Civil sino la inquina de la derecha vaticanista y antidemocrática. El gobierno Frente Popular no fue revolucionario hasta que el golpe militar de julio de 1936 y la Guerra Civil que siguió propiciaron la entrada en el mismo de socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, que intentaron llevar adelante un programa mucho más avanzado de lo que había sido el Frente Popular en su gestación.
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En este mes de febrero se cumplen 80 años de las elecciones que dieron el triunfo al Frente Popular, la coalición de izquierdas que gobernó España desde febrero de 1936 hasta el final de la Guerra Civil. El programa con el que se presentó el Frente Popular al electorado no era en nada revolucionario, ni siquiera marxista, era un programa simplemente de izquierdas, de recuperación de los avances conseguidos con los gobiernos republicano-socialistas de 1931-33, avances que habían sido cercenados por los gobiernos radical-cedistas del bienio negro tras su triunfo electoral en noviembre de 1933. El Frente Popular incidía sobre todo en reparar las atrocidades cometidas por las derechas en relación a la Revolución de Octubre de 1934.
La derrota de las izquierdas en 1933 se debió, en buena medida, a que en esas elecciones fueron separadas. Por eso, en 1935 se comenzó a forjar la unidad de acción de las izquierdas cara a las siguientes elecciones. Mítines multitudinarios de Manuel Azaña, conversaciones y negociaciones entre los republicanos y las organizaciones obreras y, finalmente, la aceptación por parte del Komintern de que los partidos comunistas colaborasen con las clases medias progresistas dieron lugar al Frente Popular, una coalición electoral con un programa de mínimos que, aunque no recogía las aspiraciones políticas de los partidos obreros, sentaba las bases para la colaboración.El Frente Popular lo formaron Izquierda Republicana (IR), Unión Republicana (UR), Partido Socialista (PSOE), Juventudes Socialistas, el sindicato UGT, Partido Comunista (PCE), POUM y Partido Sindicalista, y estaba abierto a la incorporación de otras organizaciones republicanas u obreras. La coalición electoral señalaba que, en caso de triunfo, el gobierno lo formarían «los partidos republicanos de izquierda con el apoyo de las fuerzas obreras» (sic).
El programa electoral era comedido: Amnistía para los delitos políticos o sociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933, reposición en sus puestos de los funcionarios sancionados, medidas para la readmisión de los obreros despedidos, reparación del posible daño causado a las familias de las víctimas, no a la nacionalización de la tierra (que era lo que pedían las organizaciones obreras) pero sí una progresiva reforma agraria, protección a la industria subordinada al interés general y fomento de obras públicas, mejorar las condiciones de bancos y cajas de ahorro, y restablecimiento de la Generalitat.
La campaña electoral fue tan intensa como se esperaba, con algunos enfrentamientos violentos entre militantes de derecha y de izquierda. El Frente Popular basó su intensa propaganda en la crítica al bienio negro y en la amnistía para los 30.000 presos de Octubre. Los mítines de las izquierdas fueron multitudinarios, y tuvieron como protagonistas principales a Azaña y a Largo Caballero y sus respectivas visiones del futuro inmediato. Aunque Azaña hablaba de reformas democráticas y Largo Caballero de metas revolucionarias, el recuerdo de la represión de la Revolución de Octubre y la perspectiva de una amnistía mantuvo unida a la izquierda, hasta el punto que la anarquista CNT, si bien no pidió directamente el voto para el Frente Popular, en lugar de pregonar la abstención dejó a sus afiliados y simpatizantes la libertad de votar o no.
El domingo 16 de febrero se formaron largas colas de hombres y mujeres a las puertas de los colegios electorales, a la espera de depositar su voto. Una espectacular afluencia, votó el 68,5% del censo. El recuento confirmó el triunfo del Frente Popular con un 52,4% de los votos contra un 41,9% para las derechas y un exiguo 5,5% para los partidos de centro. El reparto final de escaños quedó así: Frente Popular, 285 diputados; Derecha, 166 diputados; Centro, 13 diputados; PNV, 9 diputados.
La izquierda triunfó en las ciudades y áreas industriales, mientras la derecha lo hizo en las zonas agrarias. Tras conocerse estos resultados, en Madrid comenzaron los movimientos para preparar un golpe de estado. En diversos sectores derechistas se pedía la simple anulación de las elecciones. Antes los insistentes rumores de posible sublevación, el presidente Alcalá Zamora urgió a Azaña a que formase Gobierno lo antes posible. Azaña formó un gobierno netamente republicano (aún antes de que se reuniesen las nuevas Cortes).
El 7 de abril, Alcalá Zamora fue depuesto como Presidente de la República, convocándose elecciones para compromisarios que eligieron el 10 de mayo a Manuel Azaña, asumiendo Santiago Casares Quiroga la presidencia del Gobierno, puesto en el que estaba cuando se inició el alzamiento rebelde que desembocó en la guerra civil.
No fue la política presuntamente revolucionaria del Frente Popular lo que trajo la Guerra Civil sino la inquina de la derecha vaticanista y antidemocrática. El gobierno Frente Popular no fue revolucionario hasta que el golpe militar de julio de 1936 y la Guerra Civil que siguió propiciaron la entrada en el mismo de socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, que intentaron llevar adelante un programa mucho más avanzado de lo que había sido el Frente Popular en su gestación.
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viernes, 1 de enero de 2016
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