martes, 7 de noviembre de 2017

Las milicias de Izquierda Republicana y la 75 Brigada Mixta


Inmediatamente después del golpe fascista de julio de 1936 contra el gobierno de la Segunda República, los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y los sindicatos de clase organizaron unidades armadas de afiliados y simpatizantes (milicias) que se dispusieron a la lucha en defensa del gobierno legítimo. Combatieron coordinadas por la Comandancia General de Milicias hasta que el Gobierno decidió su integración en el Ejército Popular.

Las milicias

Las milicias surgen como respuesta al levantamiento militar contra el Frente Popular, como el “ejército del pueblo”. Organizadas por partidos y sindicatos, estaban formadas por individuos dispuestos a defender sus ideales frente a los rebeldes. Mandadas por militares leales o por destacados dirigentes de sus respectivas organizaciones, son cruciales en un principio como fuerzas combatientes, hasta que a finales de 1936 el Gobierno presidido por Largo Caballero decide la creación del Ejército Popular. El miliciano es “un hombre del pueblo en armas” defendiendo las conquistas sociales de la República.

PARCHE BORDADO QUINTO REGIMIENTO
La milicia más conocida y también la más prestigiosa fue el Quinto Regimiento, que terminó siendo la base del Ejército Popular de la República. Su origen está en las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC) organizadas en 1933 en Madrid por el Partido Comunista como respuesta a las agresiones falangistas. Ilegales en un principio, la primera actuación legal de las MAOC fue en la manifestación del 1º de Mayo de 1936, junto a las milicias socialistas, como servicio de orden. El Quinto Regimiento tenía unos 20.000 milicianos en noviembre de 1936 y aunque de mayoría comunista, en él combatieron republicanos y socialistas y fueron determinantes en la defensa de Madrid. Junto al Quinto estaban las milicias del resto de organizaciones leales, como las confederales (CNT) y las socialistas. Y las Milicias de Izquierda Republicana.

Las milicias de Izquierda Republicana en el frente de Madrid

En Madrid, Izquierda Republicana hizo un llamamiento a la ciudadanía en general, y en especial a la clase media progresista, a comerciantes y  a intelectuales republicanos para que se uniesen a las milicias de IR, del mismo modo que los partidos obreros y los sindicatos de clase hacían similar llamamiento a la clase trabajadora.

Con los voluntarios que se unieron al llamamiento de Izquierda Republicana y de las JIR (Juventudes de Izquierda Republicana) se formaron varios Batallones de milicianos: el “Azaña”, el “Marcelino Domingo”, el “José Giral”, el “Madrid” y el “Campesinos de Tiétar”, éste último formado mayoritariamente por voluntarios de esta zona abulense.
Todos los combatientes de las Milicias de Izquierda Republicana eran conocidos como los “Balas Rojas”, y éste era su himno:

¡Salud! miliciano valiente
que vas entusiasta a luchar.
¡Salud! y que traigas triunfante
honor y alegría a tu hogar.

Con el fascio y sus traidores
terminar es tu deber,
¡salud!, y que tengas suerte,
¡salud!, y que puedas volver.

Miliciano “Bala Roja”
que a defender vas
con ardor un ideal,
Miliciano “Bala Roja”,
es tu deber vencer a tu rival.
Lo reclama la patria en que naciste,
el honor, la igualdad y la libertad.
Miliciano “Bala Roja”, antes morir
que consentir la indignidad.

El Batallón Azaña fue destinado en principio a cubrir un importante sector en la Sierra madrileña, siendo trasladado en octubre de 1936 al frente del Tajo, llegando el día 20 a Illescas y entablando combate con el enemigo, replegándose posteriormente hacia Torrejón de Velasco, resistiendo valientemente el empuje faccioso, siendo relevado de primera línea en noviembre por el Batallón Marcelino Domingo. Casi sin descanso, con el enemigo a las puertas de Madrid, el Batallón Azaña fue destinado a la Casa de Campo, donde detuvo valientemente a las tropas de Franco.

Después de una intensa preparación, el Batallón Marcelino Domingo tuvo su primera acción de armas a principios de noviembre en el subsector de Pinto-Parla-Fuenlabrada del frente madrileño, donde relevó al Azaña. La superioridad enemiga obligó a los Balas Rojas a replegarse al barrio de Usera, zona en la que las milicias madrileñas pararon el avance del ejército invasor. Tras un corto descanso, el Batallón Marcelino Domingo fue destinado al sector de Aravaca y más tarde al Puente de los Franceses. La intensidad de los combates en los que había luchado dio un balance grande de bajas, lo que obligó al Alto Mando a unificar este batallón con el Campesinos del Tiétar, que ya se había curtido en el frente de Ávila.

El Batallón José Giral defendió desde septiembre el sector de Somosierra, al norte de Madrid. Era fundamental que los rebeldes no tomasen el río Lozoya, que suministraba (y suministra) agua a la capital, y en su defensa desde julio se hallaba en el pueblo de Biutrago una columna de milicianos al mando de Francisco Galán. A esta columna se unió nuestro batallón, que se destacó en la defensa del pueblo de Gascones, a la orilla del Lozoya. El pantano de Lozoya, junto a Buitrago, estuvo en manos de la República hasta el final de la guerra, impidiendo que la capital muriese de sed. Fue aquí, en Buitrago, donde perdió su mano Rosario “la dinamitera”.

El Batallón Madrid debe su nombre al lugar al que fueron destinados los milicianos que lo formaron, la defensa de la capital en el otoño de 1936. Brihuega, El Pardo, Las Barrancas, Valdemorillo, Colmenarejo… fueron testigos de sus hechos de armas.

El Batallón Campesinos del Tiétar se formó con milicianos de diversos pueblos del valle del Tiétar: Santa Cruz, San Esteban, Cuevas del Valle, Mombeltrán y Poyales del Hoyo. Estos milicianos actuaron en forma de guerrilla en el frente de Ávila, en Priedrahita y Puerto Pico. La pérdida para la República de las tierras abulenses hizo que esta unidad fuese trasladada al frente de Madrid, en el sector de Pozuelo-Aravaca, donde será unificada, como ya hemos señalado, con el Batallón Marcelino Domingo.

En enero de 1937, las milicias de Izquierda Republicana fueron encuadradas en la 6ª División del recientemente creado Ejército Popular de la República, División que se ocupaba de la defensa de Madrid a lo largo del río Manzanares, desde el Puente de los Franceses hasta Villaverde Bajo.

Las Brigadas Mixtas

En el otoño de 1936, el Gobierno Largo Caballero decidió que para ganar la guerra se necesitaba un ejército regular, con disciplina y mando único. Para ello, entre septiembre y octubre se decretó la militarización de las milicias y la movilización de las quintas de 1932 a 1935, así como la creación de la Escuela Popular de Guerra para la formación de nuevos oficiales, que podrían acceder a la escala profesional del Ejército. También se estableció el saludo obligatorio (puño derecho cerrado a la altura de la sien), lo que ocasionó no pocas reticencias, fundamentalmente en las milicias confederales. Con estas medidas, la guerra dejaba de ser sólo cosa de los voluntarios milicianos sino que se implicaba a todo el Ejército, con subordinación al código militar. A finales de octubre, una orden disponía que quedaban suprimidas las comandancias militares de las milicias y los regimientos que sostenían los diferentes partidos, lo que suponía la desaparición legal de estas milicias.

La organización fundamental del nuevo Ejército Popular fueron las Brigadas Mixtas. La Brigada Mixta (BM) se concibió como una unidad autónoma compuesta por batallones de Infantería apoyados por las otras Armas (Caballería, Artillería, Morteros, Zapadores, Transmisiones, Intendencia, Sanidad). En noviembre, la plantilla de la Brigada Mixta se fijó en cuatro batallones de infantería de cinco compañías (cuatro de fusileros y una de ametralladoras) y una compañía de reserva, un pelotón de morteros, un pelotón de caballería, una batería de artillería con tres cañones, y unidades de municionamiento, transmisiones, zapadores, intendencia y sanidad. En total, unos 4.000 hombres por BM.
Las ocho primeras brigadas, de la 1 a la 6 más dos internacionales, creadas el 18 de octubre, pudieron partir para los frentes el 3 de noviembre. La última Brigada Mixta fue la 246, formada en Calella de la Costa (Barcelona) a finales de 1938.

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La 75 Brigada Mixta

La 75 Brigada Mixta (BM) es la continuación de las Milicias de Izquierda Republicana que desde el periodo julio-octubre de 1936 venían operando en el frente de Madrid, y nació del desdoblamiento en febrero de 1937 de la 6ª División. Se formó con los batallones antes descritos a los que se unió el antiguo batallón Pedro Rubio, batallón organizado en agosto de 1936 por los diputados socialistas de Badajoz y compuesto casi exclusivamente por extremeños. Para el mando de la Brigada fue designado el comandante de Infantería Manuel Melero Blanco que, en julio de 1936, era capitán en el Regimiento Wad-Ras nº 1 en Madrid. El primer comisario político fue Eleuterio Dorado Lanza, sustituido en junio de 1937 por José de la Vega Ruiz. Luego lo fue Alfonso Reyes Senén, de Izquierda Republicana.
En lugar de los cuatro habituales, la 75 BM tenía cinco batallones, que eran:
Primer Batallón (núm. 297), “Azaña”;
Segundo Batallón (núm. 298), “Marcelino Domingo”/”Campesinos del Tiétar”;
Tercer Batallón (núm. 299), “José Giral”;
Cuarto Batallón (núm. 300), antiguo “Pedro Rubio”;
Quinto Batallón, “Madrid”.


El portavoz de la 75 BM era la revista ‘Balas rojas’, editada en el primer batallón y cuyo primer número salió el 20 de febrero de 1937. Conocemos 29 números publicados, 20 en 1937, 7 en 1938 y 2 en 1939. Los datos históricos de los batallones de la 75 BM están tomados de los números 5, 6, 7, 8 y 9 de ‘Balas rojas’. Los otros batallones de la Brigada tenían pequeñas publicaciones propias, los boletines ‘Independencia’, ‘Avanzada’, ‘Victoria’ y ‘Pasaremos’.
Como hemos señalado, la 75 Brigada Mixta se formó en Madrid y participó activamente en su defensa, principalmente en el sector de la Casa de Campo. En marzo de 1937 se desplazó a Andújar (Jaén) para participar en el asedio al santuario de Santa María de la Cabeza, regresando seguidamente a Madrid donde intervino, del 10 al 14 de abril, en un ataque al Cerro Garabitas, en la Casa de Campo, replegándose el 16 de abril a la Punta del Abejal. Durante el resto de 1937 y primer semestre de 1938, la 75 BM combatió en los distintos frentes madrileños en defensa de la capital. Mientras tanto, Melero, ascendido a jefe de la 6ª División en abril, cedió su puesto al comandante de Ingenieros Antonio Máximo Ludeña, que al inicio de la guerra era teniente retirado en Alicante. En diciembre fue relevado por el mayor de milicias Carlos Velillo Tardío, con González Obarro como jefe de Estado Mayor.

En junio de 1938 la Brigada estaba en Marchamalo (Guadalajara), desde donde marchó al frente levantino después de la caída de Castellón, concentrándose en Vall d’Uixó (al sureste de  esta provincia) dedicándose inicialmente a trabajos de fortificación formando parte de la 15 División. A primeros de julio entra en combate en el castillo de Villavieja, donde es muy batida por las tropas franquistas, quedando prácticamente deshecho uno de sus batallones. Al estabilizarse el frente pasa a depender de la 49 División, quedando en línea en la zona de Villavieja a Vall d’Uixó, donde todavía se encontraba a finales de año. En 1939 permanece combatiendo en la misma zona, hasta el levantamiento casadista.

Al parecer, el 7 de marzo de 1939 la 75 BM o parte de ella se hallaba de guarnición en Cartagena cuando tuvo lugar el levantamiento de la Base Naval tras la sublevación del coronel Casado. Con el avance a de las tropas franquistas hacia Levante tras la caída de Madrid, la 75 Brigada Mixta simplemente se disolvió.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Azaña y Cataluña

Ya antes de la llegada de la República Manuel Azaña era un defensor a ultranza de la realidad nacional catalana. Este sentimiento se manifestaría en diversas ocasiones, tal vez la más importante fuese la defensa del Estatuto de Cataluña que hizo en las Cortes Constituyentes en 1932.
En 1930, Manuel Azaña decía en Barcelona:
“Siempre había admirado a Cataluña, desde lejos o en cortas estancias en Barcelona, su civismo fervoroso, su viva sensibilidad para la cosa pública, su cohesión nacional. Cualidades todas que, animadas por el irrevocable propósito de alcanzar la plenitud de la vida colectiva y por el amor a vuestra tierra (…) han producido el gran renacimiento catalán, cuya culminación está en vuestra propia cultura y en esta maravillosa ciudad vuestra.”
Así comenzó Manuel Azaña (en ese momento presidente del Ateneo de Madrid) su discurso en la sobremesa de una comida que el 27 de marzo de 1930 un grupo de intelectuales catalanes ofrecieron a una delegación de intelectuales madrileños al final de una visita de varios días a Barcelona para intercambiar opiniones y experiencias sobre la situación de Cataluña. Manuel Azaña expresaba así su admiración por Cataluña.
Seguía diciendo Azaña:
“Tenía yo, o creía tener, la comprensión del catalanismo. Me habéis dado algo más fecundo: la emoción del catalanismo. ¿Cómo percibir la diferencia? Está claro: antes comprendía el catalanismo. Ahora, además de comprenderlo, siento el catalanismo”.
Un poco más delante de su discurso, Azaña expone su visión de la relación de Cataluña con España:
“Yo concibo, pues, a España con una Cataluña gobernada por las instituciones que quiera darse mediante la manifestación libre de su propia voluntad. Unión libre de iguales con el mismo rango, para así vivir en paz. (…) Y he de deciros también que si algún día dominara en Cataluña otra voluntad y resolviera ella remar sola en su navío, sería justo el permitirlo y nuestro deber consistiría en dejaros en paz, con el menor perjuicio posible para unos y otros, y desearos buena suerte…”
Seguidamente, Azaña señala que la solución de los problemas que Cataluña tiene con España está en la República, en la caída de la monarquía. Azaña finaliza su discurso con estas palabras:
“En resumen: queremos la libertad catalana y la española. El medio es la revolución; el objetivo, la República (…) Si estamos de acuerdo en todo esto bien podemos esperar que nuestra visita a Barcelona será inolvidable.”

Como vemos, en marzo 1930 Azaña era un ferviente defensor del sentir catalán y de la necesidad de que este sentimiento diferenciador se plasmase en un autogobierno catalán dentro de una España republicana.
En agosto de 1930 se celebró en San Sebastián una reunión promovida por Acción Republicana (partido que presidía Azaña) a la que asistieron representantes de casi todos los partidos republicanos, quienes firmaron el llamado “Pacto de San Sebastián” (más adelante suscrito también por PSOE y UGT), con el que se establecía una estrategia para derrocar a la monarquía de Alfonso XIII y proclamar la República. En este pacto se mencionaba el hecho diferencial catalán, con la aceptación de la presentación a las futuras Cortes republicanas de un estatuto redactado libremente por Cataluña para regular las relaciones de Cataluña con el Estado español, acuerdo que se hacía extensivo a todas aquellas regiones que sintiesen la necesidad de autonomía.
Ya en el Gobierno, después de la proclamación de la República y antes y después de la aprobación de la Constitución de 1931, Azaña será uno de los mayores defensores de la autonomía de Cataluña y de su Estatuto, como lo prueba la defensa que del mismo hizo en sus intervenciones que como Presidente del Gobierno pronunció ante las Cortes Constituyentes el 22 de octubre de 1931 en una respuesta a Miguel Maura y el 27 de mayo de 1932 en defensa de la aprobación del Estatuto.

Los debates sobre el Estatuto (llamado Estatuto de Nuria por ser en esa localidad donde se redactó) y las enmiendas que al mismo se presentaron ocasionaron grandes enfrentamientos: mientras los partidos republicanos, los socialistas y los nacionalistas eran partidarios del Estatuto, los partidos de derecha estaban radicalmente en contra, así como parte de los intelectuales de la época. Y fue la perseverancia de Manuel Azaña la que sacó adelante la autonomía catalana.
En su intervención parlamentaria del citado 27 de mayo de 1932, después de un análisis de la situación de los debates durante los meses anteriores, Azaña decía:
“Por primera vez en el Parlamento español se plantea en toda su amplitud, en toda su profundidad, el problema de las aspiraciones autonomistas regionales españolas, no por incidencia de un debate político, no por choque de un partido con otro partido, no por consecuencia o reparación de un cambio ministerial (…), sino delante de un proyecto legislativo, delante de un texto parlamentario, que aspira, ni más ni menos, que a resolver el problema político que está ante nosotros.”
“Cataluña no es el extranjero; hay que tener presente que el temor, el pánico casi, ante una posible desaparición de la lengua castellana en las regiones autónomas no tiene fundamento alguno; y no lo tiene, en primer lugar, porque la competencia lingüística en el territorio español no puede estar sometida en su victoria o en su derrota al régimen político; eso sería un desatino…”
“Señores diputados, con este sentimiento de colaboración, con este sentimiento de unidad profunda e interior de todos los españoles, es con el que yo invito al Parlamento y a los partidos republicanos a que se sumen a esta obra política [la autonomía de Cataluña], que es una obra de pacificación, que es una obra de buen gobierno.”
Aprobado finalmente el Estatuto de Cataluña el 8 de septiembre de ese año, es evidente que sin el apoyo de Azaña el resultado no habría sido el mismo.
El 15 de septiembre se firmó el Estatuto en San Sebastián, en un acto presidido por el Presidente de la República, Alcalá Zamora. Días más tarde, Azaña visitó Barcelona, donde se mostró eufórico:

 "El hecho que celebramos no es un hecho catalán, sino un hecho español, y más diré: un hecho de la historia universal, y es probable que sea la República española, con sus soluciones autonomistas, la que en adelante señale los caminos a seguir a otros pueblos europeos en situación más o menos semejante a la nuestra."

Una vez aprobado el Estatuto se formó un gobierno provisional de la Generalitat presidido por Francesc Macià,  que convocó elecciones para elegir al Parlamento catalán para el 20 de noviembre. Las elecciones dieron la mayoría absoluta al partido de Macià (ERC), que obtuvo 57 de los 85 escaños de la cámara catalana. Como consecuencia de las elecciones, el parlamento eligió el 13 de diciembre a Lluís Companys, de ERC, como Presidente del Parlamento de Cataluña, y el 14 de diciembre eligió a  Macià, como Presidente de la Generalidad de Cataluña.

En 1934, a raíz de la revolución de Octubre y el intento de proclamar la República Catalana, el gobierno Lerroux-CEDA suspendería el Estatuto, que sería restablecido en 1936 con Manuel Azaña como Presidente del Gobierno tras el triunfo electoral del Frente Popular, siendo Llius Companys el nuevo Presidente de la Generalitat.

Aunque a partir de 1936 Azaña se mostró desencantado por la forma de actuar de la Generalitat durante la guerra civil, que asumió buena parte de las competencias reservadas al Estado, y por la deslealtad con la que los políticos catalanes respondían a la generosidad de los republicanos, rompiendo los acuerdos expresos que habían hecho en 1930 en el Pacto de San Sebastián, su opinión sobre el hecho diferencial catalán siguió siendo el mismo que en 1930: Cataluña tiene un indiscutible derecho a su propia autonomía dentro del Estado español.
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NOTA: Este artículo ha sido publicado en el número 68 (oct-dic 2017) de la revista POLÍTICA, órgano de información de Izquierda Republicana.

viernes, 29 de septiembre de 2017

La solución es la República Federal

http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/solucion-es-republica-federal_1191562.html 

El artículo anterior ha sido publicado hoy, 29 de septiembre, en DIARIO DE LEÓN en el enlace de más arriba y que reproducimos a continuación.
Izquierda Republicana considera que después del 1 de octubre la única solución política y territorial para España y Cataluña será la República Federal
La Comisión Ejecutiva Federal de Izquierda Republicana, ante la convocatoria del referéndum en Cataluña el próximo 1 de Octubre y ante las medidas represivas tomadas por el gobierno de Mariano Rajoy para impedir su celebración quiere manifestar lo siguiente:
1.- Rechazamos la actitud del Partido Popular que está suponiendo la aplicación de facto del artículo 155 de la Constitución española, de un estado de excepción no reconocido, a través de la represión y el autoritarismo. Rechazamos las detenciones de cargos intermedios de la Generalitat de Cataluña y la imputación y citación judicial de casi 1.000 cargos públicos, la mayoría de ellos alcaldes, que no son responsables de decisiones políticas de la Generalitat. Estas detenciones e imputaciones suponen un ataque intolerable a la democracia. No será con la policía y la guardia civil como se resolverá el problema de Cataluña, sino con más diálogo y pacto entre administraciones del estado, y con un referéndum pactado entre ellas, referéndum al que tiene derecho el pueblo de Cataluña.
Condenamos esta represión, que solo echa más gasolina al fuego, y que sin duda alguna ya, incrementará la participación de ciudadanos catalanes en las urnas el próximo 1-O. Si la policía y la guardia civil impidieran la colocación de urnas el próximo 1-O, sin duda se producirá una movilización popular muy potente en Cataluña, que tendrá sin duda mucha legitimidad.
2.- El conflicto político planteado en Cataluña, sin duda histórico, pero incrementado en los últimos años hasta convertirse en un auténtico choque de trenes, no se solucionará ni con la represión policial ni con una declaración unilateral de independencia sin base legal. Este conflicto, agravado sin duda por la falta de diálogo de las partes, continuará el 2-O y solo se resolverá con otro gobierno en España y otro gobierno en Cataluña, que hagan del diálogo y la negociación el proceder adecuado para establecer una salida política a la situación creada. IR considera que es necesario el acuerdo de un referéndum pactado que de satisfacción a una mayoría muy amplia de la sociedad catalana que quiere ejercer el derecho a decidir.
Apostamos por ese referéndum necesario, con garantías y acordado entre las partes, ante el conflicto generado entre la burguesía catalana y la derecha españolista y corrupta de Rajoy. IR pide más democracia y esto es resolver el conflicto con más diálogo político. No es aplicando el código penal ante una amplia reivindicación social, no es mediante la detención de cargos públicos o la prohibición de reuniones y consultas, no es sitiando a las sedes de partidos políticos, y no es con una intolerable escalada represiva como se va a resolver el problema planteado.
El conflicto planteado se ha convertido en un conflicto de legalidad, exhibida por el PP para justificar su autoritarismo, frente a la legitimidad que han ganado los miles y miles de catalanes en las calles exigiendo un referéndum. Siempre que esto ha pasado en la historia las salidas han sido problemáticas y difíciles, y es por ello por lo que el día 2-O habrá que hablar de diálogo y de proyectos de país, pero seguro que ni el PdeCat ni el PP estarán legitimados para ello.
3.- La actitud en los últimos meses del Govern de la Generalitat tampoco ha sido la adecuada. El referéndum carece de las garantías democráticas y de participación necesarias para serlo, y la pregunta ignora cualquier otra posibilidad de relación entre Cataluña y España que no sea "independencia sí, o no", ignorando así a una parte importante de la sociedad catalana.
Los partidarios en Cataluña de su relación con España articulándose en un estado federal, como nosotros, han sido ignorados por el Govern. La ley de transitoriedad (conocida como de desconexión) no tiene base legal desde ningún punto de vista jurídico, ningún contenido social, y señala que su hoja de ruta vendrá marcada por una Unión Europea neoliberal que nosotros rechazamos.
4.- Izquierda Republicana, de acuerdo con Izquierda Unida en la que estamos integrados, defendemos que la única solución al problema territorial y competencial de Cataluña es un Estado Federal y Solidario, una República Federal a la que llegar a través de la apertura de un nuevo proceso constituyente que termine con el modelo político del 78 y de satisfacción a las necesidades y derechos de cada pueblo que conforma España.
La salida a los problemas no está, como defienden el PSOE y el PP, en reformas constitucionales que maquillen o alarguen la agonía de un régimen monárquico, neoliberal, bipartidista y corrupto que no da más de sí, sino en dotarnos de una Constitución Republicana que sitúe en su centro a los derechos humanos de los ciudadanos y no ninguna otra cosa. Una nueva Constitución que reconozca la plurinacionalidad del estado español donde Cataluña encuentre su encaje, seguramente con ese marco, y con el desarrollo de un nuevo estatut, muy parecido al que Rajoy recurrió al Tribunal Constitucional, y que dio origen a los conflictos que existen ahora entre Cataluña y España.
5.- En Izquierda Republicana creemos profundamente en la participación directa en los asuntos públicos por parte de la ciudadanía, como única soberana del estado, por ello hay que preguntar al pueblo como se quiere organizar. La vieja Constitución de 1978 es hoy papel mojado, y no puede ser el obstáculo al entendimiento. El pueblo de Cataluña quiere decidir sobre su futuro, pero decimos más, el pueblo español tiene que decidir también sobre su futuro, la larga transición, antes mitificada, ha tocado fondo, estamos ya en el siglo XXI y queremos decidir por fin entre monarquía o República.
Izquierda Republicana entiende que en las actuales circunstancias, dado el estado de excepción de facto que el gobierno de Rajoy ha impuesto a Cataluña, será muy difícil la celebración de un referéndum el 1-O. Pero entendemos que dicha consulta será útil y supondrá una movilización popular que ayude a la reivindicación del derecho a decidir.

Como federalistas, reconocemos el derecho de autodeterminación y la necesidad de solventar el conflicto con un referéndum con garantías que decida sobre una Cataluña integrada en España (en un marco federal) o incluso independiente. Nosotros la queremos unida a nosotros, junto a España, en un marco de reconocimiento jurídico y político que debe pactarse no solo con Cataluña, sino con el resto de pueblos del estado español, abriendo el debate del modelo de estado, de forma seria y rigurosa. Ni los que quieren imponer la independencia saltándose las leyes ni los que quieren imponer la España unitaria a base de policía y guardia civil podrán impedir que el día 2-O se abra este debate, porque la voluntad democrática de los pueblos no puede ni ignorarse ni impedirse.
Joaquín Rodero. Secretario General de Izquierda Republicana de Castilla y León (IRCyL)